domingo, 23 de mayo de 2021

Una tarde con Borges

  EL POTAJE DE ESOPO 17

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Deambulación décima quinta
Una tarde con Borges

El pasado jueves, 20 de mayo de 2021, el Club de Lectura Rosa Luxemburgo de Leganés dedicó su encuentro mensual a Jorge Luis Borges, en concreto a su libro Ficciones.  Agradezco a Mari Carmen Ferreras la oportunidad que me ha dado de poder compartir con las amigas lectoras de este club la afición por los libros y, especialmente, por la obra del genial argentino. Fueron dos horas de videoconferencia que se pasaron volando. Intentaré compartir con los lectores de este blog parte de la experiencia de la tarde que pasamos con Borges y, si fuera posible, animarlos a bucear en su obra.

En un catálogo, a propósito de una exposición en Nueva York sobre Tesoros de España, escribió Borges: Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. Jorge Luis Borges imaginaba libros de papel, pues no llegó a conocer el mundo del libro digital. En nuestro imaginario ya ha entrado el ebook, cuya convivencia con el libro de papel tiene algunos años por delante, aunque soy incapaz de calcular su cuantía. En el soporte que sea, ¡qué triste sería un mundo sin libros! Ojalá no suceda eso nunca.

Mi relación con JLB (Jorge Luis Borges) se retrotrae a cuando yo tenía veintiún años. La sana costumbre de anotar la fecha en que se compran los libros aporta datos muy interesantes sobre nuestra biografía de lectores. En mi primer volumen de Ficciones, que es la primera obra que leo de JLB, aparece un 4 de octubre de la década de los ochenta: en aquella época leí con codicia la prosa de JLB y la poesía de Vicente Aleixandre. Y ambos me han acompañado desde entonces. Acudo a ellos cuando necesito buena literatura; son un refugio para después de largas temporadas de lecturas mediocres.

Cuando JLB publica Ficciones, en 1944, todavía tenía una visión funcional, no estaba ciego. En nuestra imaginación JLB suele aparecer anciano y ciego. Gracias a YouTube, podemos ver y oír las entrevistas que le hicieron en el último tramo de su vida, por supuesto, ciego, antes de que muriera por decisión propia en Ginebra en 1986. Allí está enterrado, también por decisión propia. Quiso morir en la ciudad donde fue a vivir con su familia en 1914 y donde estudió su único y final bachillerato: JLB no tenía estudios universitarios, ni falta que le hacía. Borges perdió la vista a causa de una enfermedad degenerativa en torno a los sesenta años, siendo director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Es conmovedor el Poema de los dones, en el que dice: Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.

Pues bien, el vidente JLB publicó Ficciones con 45 años. El libro es un conjunto de dos prólogos, diecisiete relatos fantásticos y un puñado de notas a pie de página. En la obra de JLB todo es literatura, incluidos los prólogos y las notas a pie de página. La primera parte es de 1941: El jardín de senderos que se bifurcan; la segunda, de 1944: Artificios. Los cuentos más conocidos o famosos son: La Biblioteca de Babel; La lotería de Babilonia; Las ruinas circulares; Pierre Menard, autor del Quijote; Funes el memorioso; La muerte y la brújula; Tres versiones de Judas; y El Sur. Cito este ramillete, pero podría incluir todos. De Ficciones dijo el mismísimo Ernesto Sábato: «Una creación angustiosamente perfecta; es apenas creíble que se pueda sobrepasar ese límite».

Ciertamente, la primera vez que el lector se acerca a JLB se queda noqueado. Parece mentira que en castellano se pueda alcanzar ese nivel. La prosa narrativa de JLB es perfecta, trabada como un texto filosófico, sin nada que sobre ni que falte, “incorregible”, y sin dejar de ser narración. Pero el lector sabe que tiene una joya entre las manos y que merece la pena la aventura de sumergirse en sus páginas.

Si alguien espera una lectura que cunda, desde aquí lo desengañamos. JLB requiere calma y relectura incluso en la primera lectura de cualquiera de sus obras. Y Ficciones no es precisamente un libro fácil. Hecha esta advertencia, continuamos.

En la estructura y otros muchos aspectos de Ficciones sobrevuela el espíritu de Cervantes y el Quijote. Ficciones tiene dos partes y dos prólogos. JLB, como Cervantes, no tiene muy claras sus fuentes documentales. Es un libro de libros, reales o imaginados, que se comentan y se juzgan: la biblioteca de don Quijote, quemada en parte y en parte tapiada, alarga su larga sombra hasta la obra de JLB. La realidad y lo literario se confunden, formando una unidad existencial. Como Cervantes y don Quijote, JLB es un lector empedernido de libros de todo tipo, alejado del mundo académico, con sus particulares puntos de vista o personal hermenéutica.

En su prosa, JLB combina magistralmente largos periodos con frases escuetas. ¡Y todo encaja! Huye de los localismos y de los sinónimos gratuitos como de la peste. Es maravillosa su adjetivación. Algunos ejemplos: recuerdo limitado y menguante; la unánime noche; la intolerable lucidez del insomnio; voz pausada, resentida y nasal (Funes el memorioso); cobardía irreparable; agonía laboriosa; etc. ¿Por qué es unánime la noche? ¿Cómo no afirmar que el insomnio peca de intolerable lucidez cuando pasamos varias noches seguidas en vela? ¿No es laboriosa la agonía de las largas enfermedades, de los finales interminables en el lecho del dolor?

No hay dos estructuras iguales para comenzar una narración o para terminarla en cualquiera de los diecisiete relatos de Ficciones. Recomiendo hacer el ejercicio de leerlos y copiarlos en una tabla sinóptica. El asombro es seguro.

JLB introduce la metafísica en la literatura, como declara Bioy Casares en la revista Sur a propósito de El jardín de senderos que se bifurcan: «Literatura metafísica, satisface la necesidad de una literatura de la literatura y del pensamiento». Se tiene la sensación de que JLB inyecta temas nuevos en la literatura; aunque no sea cierto, parece que nunca antes alguien hubiera escrito literariamente sobre determinadas cuestiones. JLB escribe teniendo en cuenta la cosmogonía de su tiempo, como sucedía con los cuadros de Salvador Dalí: la física y la filosofía del siglo XX impregnan Ficciones.

El lector de Ficciones se encuentra con unos cuentos que oscilan entre el orientalismo y la literatura gauchesca, ubicados en lugares distantes del orbe: Argentina, Uruguay, la India, Irlanda, Babilonia, Inglaterra, China, Reino Unido, Suecia, Praga, etc. E inmediatamente desea comentar y discutir con otros lectores los temas que trata JLB: el universo, el tiempo, el destino humano, la existencia como laberinto, predestinación vs. libertad, las minusvalías físicas, las interferencias de la fantasía y la realidad, el conocimiento…

Terminamos "la tarde con Borges" comentando Funes el memorioso. Funes es un personaje extraordinario que, a raíz de un accidente de caballo, se queda paralítico, pero desarrolla una hiperbólica memoria. Por ejemplo, con un diccionario y un par de libros, el Gradus ad Parnassum de Quicherat y la Naturalis historia de Plinio, aprende perfectamente latín en unos días: algo deseable, pero imposible, para los mortales de carne y hueso.

La hipérbole afecta también a su capacidad sensorial, asociada a su memoria: Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. Sin embargo, esa descomunal memoria le resta capacidad de pensar: Funes era casi incapaz de ideas generales, platónicas, pues, según JLB, pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer, y, en el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos. Fascinante, ¿no es cierto?

El Funes de la voz pausada, resentida y nasal nos deja descolocados, pensando en multitud de cosas, casi agradecidos de vivir con una memoria mediana o normal, temerosos de caer en un pozo de implacable memoria, con la exclamación en la boca de ¡Bendito olvido! Y así podríamos comentar hasta el infinito cada uno de los cuentos.

Quisiera terminar con una frase de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, quizás el cuento más críptico del conjunto. Me parece magnífica y me hubiera gustado haberla escrito yo, pero no creo que esté a mi alcance una frase de tal factura. He conseguido memorizarla y, venga o no a cuento, la suelto con ocasión de las malas noticias que abundan a causa de la vileza de bastantes seres humanos, demasiados:

Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres.

Carlos Cuadrado Gómez

Leganés, 23 de mayo de 2021