miércoles, 30 de junio de 2021

Cartas a Ramón (6) 30 de junio de 2021

CARTAS A RAMÓN

 Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Sexta carta

30 de junio de 2021


Querido Ramón:

Hoy sí que ha acabado el curso. Con esta carta me despido de estas entradas epistolares hasta septiembre. La clase, recogida; el ordenador, apagado; las ventanas, cerradas; los libros, esperando. He salido con los deberes hechos por la puerta del colegio, donde volveré dentro de dos meses, con alumnos nuevos, con las ganas renovadas y con una situación social creo que parecida a la de este curso pasado —el 2020/2021 ya es el curso pasado—.

El viernes tuvimos juntos una comida y una sobremesa extraordinarias en compañía de José Manuel. Pocos placeres son comparables a comer y conversar con buenos amigos.  Hablamos de la escuela poco, porque dedicamos mucho rato a hablar de motorismo: tú, motero experimentado; yo, motero en ciernes. José Manuel, que es hombre sensato y de gran corazón, estaba preocupado por nuestra salud física, posiblemente también por la mental: montar en moto es peligroso, sin duda, y un accidente lo puede tener cualquiera. Que sí, que no, nos dieron las nueve de la noche. Desde las dos que empezamos a comer, nos dio tiempo a dar un buen repaso no sólo a las motos, sino a la actualidad en general. No obstante, las horas se me pasaron volando.

¿Qué te puedo decir de la escuela para cerrar el año? Me surgen dos reflexiones, que en gran medida son preocupaciones. Reflexión y preocupación forman una unidad indisoluble cuando se trata de educación. Hoy quiero ser breve y sintético, que, “en tiempo de melones se acortan los sermones”, como decían los antiguos predicadores de púlpito. No creo que estuvieran reventados de trabajar doblando el lomo, pero, por lo visto, hablar diez minutillos con más de 25º les suponía un esfuerzo ímprobo. Permítaseme el chascarrillo anticlerical: no creo que nadie se ofenda y, tal vez, me congracie con algún lector. Como digo, ¡brevedad!

La última ley de educación insiste en que la escuela debe ser inclusiva y comprensiva. Mucho me temo que el hecho de que en España haya dos redes educativas claramente diferenciadas, la pública y la privada (la enseñanza concertada es privada, ¡pero pagada con fondos públicos!), carga a la enseñanza pública con la mayor parte, por no decir toda, de la “inclusión” y la “comprensión”. La creciente diferenciación social entre clases pudientes —bien por dinero, bien por formación académica— y las clases humildes —no quiero emplear un lenguaje políticamente correcto— se refleja en ambas redes de colegios. Que usted quiere estudiar, a la privada; que usted quiere estudiar y no tiene medios o usted tiene problemas, del tipo que sea, con los estudios, a la pública. Y, dentro de la pública, se produce grosso modo una selección similar entre colegios bilingües y colegios no bilingües. Como dice nuestro amigo José Manuel, uno de los problemas mayores del sistema educativo español es la gran fuerza de la escuela privada, cosa que no ocurre de modo tan exagerado en Francia o en Italia, por mencionar a países vecinos.

La cuadratura del círculo es irrealizable. No son posibles determinados rendimientos académicos en aulas con cinco o seis niveles curriculares. El maestro debe atender a todos lo mejor posible, pero, seamos realistas, llega donde llega. De modo que un alumno con buenas posibilidades intelectuales se ve perjudicado en este contexto escolar, no porque sus compañeros se porten mal —tengo la sensación de que mis alumnos son mejores ciudadanos, más educados y más amables entre ellos que los de mi época escolar—, sino porque no se le puede atender ni exigir como él necesita, con lo cual se merman sus oportunidades de éxito académico. Hoy no hablamos de otro tipo de alumnos, a los que tampoco atendemos en condiciones, por falta de medios humanos y materiales —medios que deben venir de los poderes públicos— y por falta de formación del profesorado. La escuela pública es mi pasión, lo digo sinceramente, sin quitar ni una coma, ser maestro es de lo mejor que me ha pasado en la vida, pero se me cae el alma a los pies cuando pienso que el éxito académico de algunos de mis alumnos no está en mis manos y que “el vecino”, quiero decir el colegio privado, se lo puede más o menos ofrecer, por la simple razón de que en sus aulas hay una selección de alumnado y familias de determinada condición social. Esa es la primera reflexión-preocupación.

Continúo con la segunda, y continúo sin ser políticamente correcto. ¡Cuánto daño nos está haciendo la dichosa corrección política! La generación de mis padres no eran fracasados escolares. Con excepciones, no habían podido ir a la escuela, o muy poco, de modo que no podían fracasar. Y, como no habían podido estudiar, valoraban el estudio como medio potente para salir de la ignorancia y para mejorar socialmente. La institución escolar era para ellos un lugar importante, de prestigio, de donde sus hijos, si se esforzaban, podían salir mejor que ellos. Sin embargo, un altísimo porcentaje de los padres de los alumnos de hoy en día sí son fracasados escolares. Han pasado por la institución escolar con más pena que gloria —no hago un juicio moral de estas personas, pues la mayoría es víctima de un sistema escolar pésimo, que tiene una puerta muy grande para el fracaso—, y comprenden que su hijo “suspenda exámenes” o “no haga los deberes” o tenga “notas de mala conducta” en la agenda escolar. Ellos pasaron por lo mismo y han sobrevivido, se han buscado la vida como han podido y han tenido hijos a los que, sin duda, aman. De modo, que así es difícil conseguir un clima de trabajo continuo, de exigencia y superación; sin la colaboración de las familias es casi una quimera. Al perro flaco todo se le vuelven pulgas: sabio refrán.

Termino. Como decía en la anterior carta, todo el mundo —profesores, equipos directivos, alumnos, familias— se merece el descanso estival. Este curso, con más motivo. ¡Nos sobran los motivos para hacer esta afirmación, bien lo sabes! Buscaremos la buena compañía de los libros sin las preocupaciones de la clase de cada día, viajaremos, sestearemos, y enseguida será uno de septiembre. Pero sesenta días dan para mucho si se saben aprovechar.

Ramón, pasa un buen verano. Y queda pendiente un desayuno antes de que se abran de nuevo las aulas.

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez

martes, 22 de junio de 2021

LOMLOE (1)

 

LOMLOE (1)

Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre,
por la que se modifica la Ley Orgánica, de 3 de mayo, de Educación

(Ley Orgánica de Modificación de la LOE)

 

Exige un gran esfuerzo articulatorio el acrónimo de la nueva ley de educación, la LOMLOE, Ley Orgánica de Modificación de la LOE, que fue la ley Zapatero. La actual es la “ley Celaá”, puesto que la ministra de Educación en el momento de aprobar la ley, a dos días de la Nochevieja de 2020 y tres meses antes del confinamiento por el coronavirus, y en el momento presente es Isabel Celaá Diéguez.

Lo primero que sorprende es que no se modifica la anterior ley de educación, la LOMCE de 2013 (Ley Wert), sino la LOE de 2006. En el prólogo de la nueva ley la LOMCE es despachada con varios comentarios negativos, pues «representó una ruptura del equilibrio que se había alcanzado en la LOE entre visiones y planteamientos acerca de la educación que deben necesariamente convivir en un sistema democrático y plural». En la única disposición derogatoria, se deroga la LOMCE y «cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente ley». No soy yo precisamente un defensor de la LOMCE ni de Wert, tipo de sonrisa dentona y siniestra —en 2014 (29 y 31 de agosto) y en 2015 (11 de marzo) hice varias entradas en este blog, que pueden consultarse—, pero ignorar de un plumazo lo que ha sucedido en estos últimos siete años me parece un desacierto. Ciertamente no ha mejorado la educación en este tiempo, pero esta actitud augura corta vida a la LOMLOE: cuando gane las elecciones la bancada de la oposición, será derogada sin piedad. La LOMLOE está formulada con el mismo consenso político con el que se formuló la LOMCE: ¡ninguno!

En los preámbulos de todas las leyes educativas nos encontramos con una letanía de bondades que las leyes en cuestión supondrán para el futuro de los ciudadanos que se eduquen bajo su paraguas. La ley actual subraya los principios de calidad y equidad que aportó la LOE y que ella misma recoge y amplifica. ¿Alguna ley puede ser contraria a tales principios? La LOMCE no se quedaba atrás, decía, por ejemplo, que «como nunca hasta ahora la educación ha tenido la posibilidad de ser un elemento tan determinante de la equidad y el bienestar social»; o que «la escuela, y en especial la escuela pública, han encontrado su principal razón de ser en la lucha contra la inevitabilidad de las situaciones de injusticia o de degradación que han ido acaeciendo en cada momento de su historia». LOMCE y LOMLOE hacen hincapié en el principio de inclusión y comparten estilísticamente el desdoblamiento del masculino y femenino (alumnos y alumnas), con algunas incongruencias en esa norma morfológica que ambas siguen. ¿Por qué la Jefe de Estudios y no la Jefa de Estudios, si Jefa es correctísimo?, por decir algo. El comentario lingüístico lo abordaré otro día.

Dejemos, pues, los preámbulos al margen, pues la fantasía campa en ellos a sus anchas, y vayamos al grano.

Aviso al lector de que, como maestro de Educación Infantil y Educación Primaria, lo que se refiere a estas etapas me afecta directamente y son de las que puedo tener un conocimiento inmediato. La ley engloba muchos aspectos de la educación, consume 86 páginas del BOE del 30 de diciembre de 2020, por lo que reseñaré sólo los aspectos que me parecen más destacables para abrir boca.

Puesto que se reforma la LOE y la LOMCE se deroga, en muchas cuestiones “volvemos” a lo que había antes de la LOMCE, con algunos matices. A cada paso, por no ser fatigoso, no avisaré de que en esto “volvemos”, en aquello “seguimos igual”, esto es completamente “nuevo”.

La ley tiene un único artículo: «Modificación de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación».

En las introducciones y objetivos cada etapa educativa, se insiste en la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad de todo tipo, en el desarrollo sostenible y en evitar cualquier tipo de violencia y discriminación. La informática está omnipresente: hay que dominarla en los tiempos que corren. La ley asume los planteamientos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en lo relativo a la educación.

La educación básica, que constitucionalmente es obligatoria, comprende la educación primaria, la ESO y los ciclos formativos de grado básico: de los 6 a los 16 años. Aunque se promueva la gratuidad desde los poderes públicos, el segundo ciclo de educación infantil (de 3 a 6 años) continúa quedando fuera de la enseñanza básica. Si la familia no quiere, un niño no va al colegio hasta los 6 años. El sistema permite cursar la enseñanza básica hasta los 18 años, puesto que se puede repetir curso dos veces, una en primaria y otra en la ESO, como en las leyes anteriores.

En la educación infantil no percibo diferencias significativas, más allá del habitual repertorio de buenas intenciones.

En la educación primaria, volvemos a la unidad temporal del ciclo de dos años, pero no me queda claro si se puede repetir también en los cursos impares, como permitía la LOMCE. En el artículo 20, dedicado a la evaluación, se dice: «Si en algún caso [...] se considera que debe permanecer un año más en el mismo curso, se organizará un plan de refuerzo [...]». Entiendo que será posible en todos los cursos sin tener que pedir permiso a las instancias más altas del Estado, pero no estoy seguro.

Cabe la posibilidad de que el “Conocimiento del Medio natural, social y cultural”, no se desdoble en dos asignaturas (Sociales y Naturales). Dicho desdoble no me parece correcto ni adecuado para los alumnos de primaria. Deduzco que puede no desdoblarse porque se dice (Art. 18) que «se podrá desdoblar en Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales». Por lo tanto, si se puede desdoblar, se puede no desdoblar. A ver “qué mandan” las editoriales.

En 5.º o en 6.º se cursará la asignatura de “Educación en Valores cívicos y éticos”, algo parecido a la “Educación para la ciudadanía” de la LOE.

Las pruebas externas (evaluación de diagnóstico) se harán en 4.º.

La ESO continúa con sus cuatro cursos como cuatro soles. Se pueden ofertar algunas materias optativas que se ventilarán (“podrán configurarse”) con «un trabajo monográfico o un proyecto interdisciplinar o de colaboración con un servicio a la comunidad». Me compadezco de los centros de secundaria cuando se pongan a organizar tan ingente cantidad de asignaturas, opciones, programas, pruebas, etc. ¡Pobrecitos!

A 4.º de la ESO está dedicado íntegro el capítulo 25. Vuelven los programas de diversificación curricular, lo que la LOMCE llamaba “Programas de mejora del aprendizaje y del rendimiento”: algo parecido, pero no idéntico.

En 2.º de la ESO se harán las pruebas externas (evaluación de diagnóstico).

En algún momento de la ESO se cursará, como en el tercer ciclo de primaria, “Educación en Valores cívicos y éticos”.

Se crean unos “Ciclos formativos de grado básico” (educación básica, recuérdese), para «evitar la segregación del alumnado por razones socioeconómica o de otra naturaleza». Si se superan, se consigue el Graduado en ESO. En la LOE eran los “Programas de cualificación profesional inicial” y en la LOMCE, “Ciclo de Formación Profesional Básica”.

Pasemos al Bachillerato. Habrá cuatro modalidades: Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias Sociales; Artes; y General. No se aclara en qué consistirá ese “General”. Habrá que esperar a los decretos que lo desarrollen.

Se puede conseguir el Título de Bachiller con una suspensa, «siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a este título».

La formación profesional tendrá, como ahora, una organización modular y comprenderá los ciclos formativos de grado básico, grado medio, grado superior y cursos de especialización. Con esta nota me parece suficiente, dadas mis limitaciones e ignorancia: para mí, la formación profesional es un mundo complejo y desconocido, aunque considero que es uno de los pilares de nuestro sistema educativo, quizás el más abandonado por los poderes públicos.

En cuanto a la organización y gestión de los centros, se mantiene el sistema de selección del director, como quedó fijado por la LOCE de Aznar y asumió la LOE de Zapatero. El consejo escolar del colegio vuelve a aprobar el presupuesto del centro, una atribución que la LOMCE le había sustraído; también aprueba y evalúa la programación general anual, «sin perjuicio de las competencias del claustro».

Se crea la figura del “coordinador de bienestar y protección”, para atajar los problemas de «acoso escolar, ciberacoso, violencia de género y cualquier otra manifestación de violencia».

Sigue habiendo clase de Religión, aunque no he visto —puede ser que he llegado mareado a la disposición adicional segunda— la nomenclatura de la asignatura alternativa. Me llama la atención la siguiente novedad: «se podrá establecer la enseñanza no confesional de cultura de las religiones». ¿Quién daría esta asignatura y cómo? En cualquier caso, el redactor de la ley se cura en salud con ese futuro hipotético: “se podrá”. O sea, que vaya usted a saber.

Hasta aquí este primer repaso o acercamiento a la LOMLOE. En sucesivas entradas iré comentando aspectos concretos, como la coeducación y los conciertos económicos con centros privados, los alumnos con necesidades educativas especiales, la enseñanza en el medio rural, etc.

La ley ahora tiene que desarrollarse en decretos del gobierno central y en la legislación correspondiente de cada comunidad autónoma. En los próximos cursos nos veremos otra vez modificando el proyecto educativo de centro, las programaciones generales, las programaciones didácticas, los estándares de evaluación, entre otros elementos de la montonera de documentación ad hoc. ¿Saben ustedes la pérdida de tiempo que eso supone para el profesorado, una documentación tan voluminosa y provisional que no me extraña que nadie lea? He perdido la cuenta de las veces que he tenido que rehacer esos documentos a matacaballo en mi vida profesional, y, sinceramente, para nada. ¡Qué hartura! Somos funcionarios y hay que saber hacerlo, son órdenes de arriba, pero esto no es serio. ¡Cuántos documentos que no se leen y que acaban en la papelera, física o digital! Mi queja es amarga como una aceituna silvestre. ¡Otra vez esta pesadilla recurrente!

En fin, amigos del blog, volveré con nuevas entradas sobre la LOMLOE. Como aperitivo, vaya lo dicho.

Carlos Cuadrado Gómez

Leganés, 20 de junio de 2021

jueves, 3 de junio de 2021

Cartas a Ramón (5) 1 de junio de 2021

  CARTAS A RAMÓN

Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Quinta carta

1 de junio de 2021


Querido Ramón:

Sin querer queriendo, como decía el Chavo del Ocho, nos hemos plantado en junio, a pocas semanas del final de curso. No quisiera que está fuera la última carta de este enmascarillado curso escolar, sino la penúltima. Ya veremos.

En estos momentos, a pocos días vista de la evaluación final, en el magisterio hay un enorme revoltijo y desasosiego con la segunda dosis de la vacuna del coronavirus. No me extraña. Se pusieron vacunas de una “marca”; resulta que la “marca” ha dado problemas a algunas personas —por ella algunos la han palmado en Europa—; se ofrecen otras “marcas”, pero la gente no se fía, por aquello de que las mezclas no suelen ser buenas —quien haya salido de parranda lo sabe bien—; si se quiere la “marca” de la primera dosis, hay que firmar un documento que, en resumidas cuentas, viene a decir que, si te quedas tonto de por vida o te mueres por la vacuna, tú cargas con las consecuencias. Señores del gobierno, comprendan que así no se hacen las cosas. Y no nos consuela que otros tampoco den pie con bola. Posiblemente, este batiburrillo tiene su origen en que no se disponen de vacunas de la primera “marca” porque se salió tarifando con la farmacéutica que las fabricaba, y, sinceramente, las autoridades no saben qué hacer. Comprenderás, Ramón, que no son buenas condiciones psicológicas para afrontar el arreón final.

La gente dice: ¡Si no te queda nada, si ya estás con un pie en la playa! Pero los que conocemos esto por dentro sabemos que esa nada tiene mucha guasa y puede hacerse muy larga.

Me he puesto a leer y estudiar la última ley de educación, la que se publicó en el BOE del 30 de diciembre de 2020. La ley dice que de la LOMCE, o ley Wert, de 2013, mejor no hablar, ni siquiera se molestan en modificar una línea de su articulado. La actual, como pasaba con la LOMCE, sólo consta de un artículo (Artículo Único) que modifica la Ley Orgánica 2/2006, de tres de mayo, de Educación: la LOE (la de Zapatero). Así que aquí me tienes con tres documentos abiertos encima de la mesa: la actual ley en el ordenador y las otras dos en papel. Voy artículo a artículo —el Cholo Simeone va partido a partido— viendo qué se cambia, qué se añade, qué se redacta de nuevo. Si Wert me pareció un chapuzas, Celaá también me lo parece. De momento, Ramón, he leído del Preámbulo y los primeros artículos. Me llama la atención la palabra inclusión, escrita a discreción, en demasía, igual que Wert empleaba el espíritu emprendedor. ¿Es que educamos a los niños para que sean ciudadanos apocados y sumisos como corderos? ¿Es que la ley de educación de un país democrático puede excluir a nadie por el motivo que sea? Ambas acciones serían inconstitucionales y antidemocráticas, aparte de perversas. No me quiero extender en esta cuestión. Baste decir que voy a fotocopiarme el actual texto legal para no quedarme más ciego de lo que estoy. Voy tomando notas a troche y moche, y con un subrayado en el texto en papel iría bien servido y todo sería más rápido. Cuando termine la lectura y el estudio me explicaré.

He concluido Morderse la lengua de Darío Villanueva, anterior director de la RAE: un ensayo de gran calidad sobre la corrección política, la posverdad y el lenguaje. Me ha hecho pensar en ese posible ensayo sobre la escuela despistada, que me planteo escribir. Me ha dado bastantes ideas y pistas por donde hilar la reflexión. Creo que hace un buen análisis del momento político-cultural-social del momento que vivimos. La escuela no es ajena, por supuesto, al mundo en el que desarrolla su tarea, y participa irremediablemente de sus miserias. Este verano pensaré qué hago. No te aseguro nada. Me hacen falta algunas charlas contigo y otros amigos para exponeros lo que me ronda por la cabeza, para que debatamos sobre la escuela, lo humano y lo divino, y yo me aclare un poco, si es eso posible.

¿Cómo será el curso que viene en las aulas? Es difícil el vaticinio. De momento, los grupos mixtos, que han descargado en algo la ratio habitual de las aulas, desaparecerán. Ha dicho algún político que la distancia de seguridad de metro y medio entre alumnos ya no será necesaria. Ergo, otra vez todos juntos. No obstante, ¿alguien cree que con veinte alumnos en un aula en vez de veinticinco tenemos una separación de metro y medio? ¡Qué buen chiste! Haría falta un pabellón polideportivo por aula para conseguir esa separación. El que lo ha dicho se ha quedado tan pancho. ¿A quién cree que engaña? La afirmación de que durante la pandemia ha habido esa separación entre alumnos podría estar en la esfera de las fake news o noticias falsas, de acuerdo con la definición de Brian McNair (2018): «Desinformación intencionada, invención o falsificación de hechos conocidos presentados como noticias verdaderas con propósitos políticos y/o comerciales». Sobre educación uno oye en los medios tonterías y bulos que calan en mucha gente ajena a nuestro trabajo. De las fake news no nos escapamos, ¡y las que nos esperan!

Ramón, aunque no lo parezca, ha sido un curso muy intenso para docentes y alumnos. Llegamos todos cansados a estas últimas semanas. Pienso que nos hemos ganado las vacaciones a pulso. Otra cosa es el rendimiento académico de los alumnos, que, en general, deja mucho que desear. La pandemia, los confinamientos, las teleconferencias y demás inventos sin duda han afectado negativamente a dicho rendimiento. Pero la vida sigue. C’est la vie!, que dicen los franceses.

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez