sábado, 27 de abril de 2013

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN EN EL ARROYO CULEBRO (LEGANÉS)


El pasado viernes, 26 de abril de 2013, a las 20:30 h, en el café Elite II, sito en el barrio del Arroyo Culebro de Leganés (Madrid), tuvo lugar la presentación de La escuela del entretenimiento. El coordinador del acto fue Dimas Peláez Navero, principal responsable y organizador del evento. Contamos con la presencia buenos amigos y con representantes de diferentes asociaciones culturales y deportivas: el Burro Veloz y sus asociaciones filiales (Pezuña y Pedal, la Mula Coja y Cabestro de Grana y Oro), la Peña El Banderín y Enamorados Sin Fronteras.
Dimas inició el acto y el autor comentó los contenidos principales del libro. A continuación se abrió un turno de preguntas, respuestas y comentarios, que fue lo más interesante de una velada dedicada a la educación y a la escuela actual.
La tarde continuó con una merienda y con canciones de todo tipo, acompañadas de una guitarra. Lo pasamos francamente bien. Pensamos que hay que celebrar actos culturales de este tipo con más frecuencia.

Dimas, Carlos y Juan Carlos

Fashion school

La escuela del entretenimiento es una adicta a las modas. Vivimos en una sociedad de modas y del negocio de la moda, y la escuela no se escapa de esta corriente. La moda no es un proceso de renovación para mejorar la realidad, sino que es simplemente el cambio por el cambio. A la escuela llegan modas de todo tipo, pero especialmente las de corte pedagógico o pseudopedagógico, provenientes de la política, de las editoriales, del mundo de la tecnología, de los pedagogos de salón, etc. La escuela es un negocio para muchos sectores económicos en los que, gracias a las modas, se incrementa el consumo y el volumen de negocio. Y, acompañando a las modas, están la improvisación y las prisas.
Zigmunt Bauman ha definido el momento socio-cultural de comienzos del siglo XXI como vida líquida. Dice: «La sociedad moderna líquida es aquella en la que las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas de actuar se consoliden en unos hábitos y en unas rutinas determinadas»[i]. De ese vértigo de cambio alocado e irreflexivo, está impregnada la escuela del entretenimiento, que se ha habituado a deambular desnortada.


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[i] Zygmunt Bauman, óp. cit., p. 9.

sábado, 20 de abril de 2013

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN EN LA LIBRERÍA MUGA (3)

Las medias de don Quijote
(Es continuación de la entrada anterior)

Concluyo esta breve disertación (¿O no está siendo tan breve?) mencionando un pasaje especialmente conmovedor para mí de don Quijote. La obra de Cervantes me ha servido para concluir el ensayo y con ella cierro esta parte del encuentro que estamos teniendo.
En el capítulo 44 de la 2.ª parte, don Quijote está en la mansión de los duques y acaba de despedir a Sancho, que ha partido hacia la ínsula como gobernador. En ese momento, ido Sancho, se derrumba y siente su soledad, porque realmente está solo. Tras la cena, pide a la duquesa que nadie lo acompañe a sus aposentos, que no quiere ayuda para desvestirse –la duquesa le ha ofrecido cuatro doncellas para tal menester–, quiere estar solo y esgrime la excusa de guardar fidelidad a Dulcinea, que no deja de ser una ficción, apelando al ejemplo de Amadís de Gaula, que también es un personaje de ficción.
 Pero la verdadera razón de ese empeño por estar solo es que su ropa interior está hecha una pena. En medio de la parafernalia de la casa de los duques (Clavileño…) y del lenguaje cortesano que emplea con ellos, don Quijote no deja de ser un pobre hidalgo, y él lo sabe. Y se derrumba cuando, al descalzarse, se le sueltan dos docenas de puntos de una media verde, que «quedó hecha celosía», diríamos hoy: como un colador.  Dice Cervantes: «Cerró tras sí la puerta, y a la luz de dos velas de cera se desnudó, y al descalzarse –oh desgracia indigna de tal persona- se le soltaron no suspiros ni otra cosa, que desacreditara la limpieza de su policía, sino hasta dos docenas de puntos de una media, que quedó hecha celosía». ¡Don Quijote daría la vida por tener hilo verde para cogerse él mismo los puntos! ¡Incluso lo haría con hilo de otro color, que era la mayor muestra de miseria que podía tener un hidalgo! El mismo Cide Hamete Benengeli se compadece de él, la desolación de don Quijote le conmueve, y maldice la pobreza y la losa de tener que guardar las apariencias de los hidalgos cristianos de aquel tiempo (la negra honra): don Quijote por unos momentos deja de ser caballero andante y vuelve a su ser ordinario de hidalgo castellano, uno de tantos.
 ¡Cuántas veces nos quedamos solos en clase, como la maestra de las ansiedades, y nos venimos abajo! ¡Un maestro de tantos, haciendo hojas de un libro, practicando la antipedagogía como uno más! Esa es nuestra escuela, no la que imaginamos con la utopía de los fundadores de la Escuela Nueva, nuestros caballeros andantes. Hemos defendido en público el discurso de María Montessori, pero la realidad es un libro que hay que acabar, unos deberes que hay que mandar, un carnaval en donde hay que estar alegres. Hemos querido sacar petróleo de todo eso, salvar los trastos del naufragio, pero nos encontramos como don Quijote, con las medias rotas debajo de los zapatos y sin hilo para remediar el desaguisado.
Esas medias rotas también pueden ser la escuela del entretenimiento: debajo de las botas, o sea, de los carnavales, las visitas de los policías, las campañas medioambientales, de la clase de informática, que dan una apariencia de escuela chachi, moderna, comprometida con la sociedad, están las medias rotas, la cultura ausente, las prisas, los intereses editoriales, la didáctica rancia y un largo etcétera. Creo que hay que comenzar por remendar esas medias rotas, sin prisa, para que los zapatos no oculten la realidad real, por donde se cuela el frío y por donde el cuero en contacto con la piel nos está haciendo rozaduras y levantando ampollas.
 Concluyo con unas palabras de Ortega y Gasset, de su libro Meditaciones del Quijote: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». El filósofo invita a la aventura, como hizo Alonso Quijano, y dice: «La aventura quiebra como un cristal la opresora, insistente realidad. Es lo imprevisto, lo impensado, lo nuevo. Cada aventura es un nuevo nacer del mundo, un proceso único. ¿No ha de ser interesante?».
Las aventuras son aventuras porque su final es incierto, como digo en el epílogo del libro. La escuela nos espera. Muchas gracias.

Madrid, Librería Muga, 5 de abril de 2013
Carlos Cuadrado Gómez

Carlos y José Manuel


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martes, 16 de abril de 2013

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN EN LA LIBRERÍA MUGA (2)

Hablemos un poco del libro
(Es continuación de la entrada anterior)
De una desesperación parecida, ha nacido el libro de La escuela del entretenimiento. Lo he leído de nuevo antes de venir aquí y me he dicho: «No está mal, coincido en casi todo con el autor».
 El libro es un intento de teorizar sobre el momento actual de la escuela española, a la que defino como escuela del entretenimiento: aquella cuyo principio rector es no aburrir y guardar las apariencias. Este principio marca el desarrollo de todas las dimensiones de la escuela: las actividades, el uso de los materiales curriculares (el libro, qué gran aliado), la idea de cultura, las programaciones, las nuevas tecnologías, el dinero, etc. Porque la escuela del entretenimiento no es algo puntual o temporalmente corto, sino que es una manera de entender la escuela en la primera década del siglo XXI, es un planteamiento sistémico où tout se tient. Un recorrido por el índice del libro es suficiente para ver los asuntos que se abordan.
 El ensayo describe lo que nos pasa, evidentemente desde los ojos del autor. Creo que es verdad lo que se cuenta –no es toda la verdad–,  pero puede ser útil para hacer un parón y para que nos sentemos a pensar sobre la escuela sin prisas. Esa es la principal reivindicación del libro: que nos paremos a pensar para no desnortarnos más, para que encontremos el rumbo y pongamos algo de cordura. Para esto se requieren ganas y valentía.
El libro se dirige principalmente a maestros de la escuela pública, principales responsables de esta escuela del entretenimiento y principales protagonistas de los cambios que son necesarios. No obstante, cualquier persona interesada por la educación puede leerlo; de hecho, hasta el momento lo han leído más personas ajenas a la profesión que maestros. Esperemos que se cambie el balance. El libro invita a los maestros a no tirar balones fuera, sino a tomar las riendas de las escuelas y mejorarlas, porque pueden.
 Eso no es óbice para reconocer lo mal que lo han hecho y lo hacen los políticos de todas las administraciones, desaguisado que comienza por una legislación cambiante y excesiva y que conduce a que la escuela, excepto en la ordenación de cursos y ciclos, viva ajena a dicha legislación: yo sigo haciendo lo mismo “digan lo que digan los demás”, como cantaba Raphael. Por otro lado, habría que hacer también una crítica al propio alumnado y a sus familias. La escuela tiene muchas dimensiones, muchos frentes, pero hoy me gustaría que nos centráramos en el que se plantea en el ensayo: los maestros.
Fragmento de la intervención de Carlos durante la presentación

Carlos y José Manuel


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sábado, 13 de abril de 2013

CRÓNICA DE LA PRESENTACIÓN EN LA LIBRERÍA MUGA (1)

El pasado viernes, 5 de abril de 2013, tuvo lugar la presentación del libro La escuela del entretenimiento en la Librería Muga. El acto comenzó a las siete de la tarde y se alargó hasta pasadas las nueve y cuarto. El tiempo se nos pasó volando. Vinieron muchos amigos, a los que agradecemos su presencia, y otras personas del barrio que acuden habitualmente por la Librería Muga, una auténtica institución cultural de Vallecas.
Tras unas palabras de Igor, José Manuel Amo Rojo hizo una presentación del libro. El autor, que estaba a su vera, recibió las palabras de José Manuel emocionado y luego, cuando comenzó su intervención, recordó el pasaje del Libro de la Selva en el que Baloo, medio moribundo tras la pelea con Shere Khan, escucha las palabras que sobre él dice el viejo Bagheera: así se había sentido. Cuando el autor concluyó, se abrió un turno de palabra para que participaran los asistentes, que fue lo más interesante de toda la tarde.
El autor da las gracias a todos los asistentes y especialmente a Igor y José Manuel.

Carlos y José Manuel

Un caso de trastorno de ansiedad

Quiero comentaros un caso de trastorno de ansiedad. La protagonista es una maestra de 2.º de Primaria, aunque podría estar en cualquier nivel de la enseñanza obligatoria.
 Nuestra maestra, no quiero ponerle un nombre propio, será la maestra a partir de ahora, va a enseñar a sus alumnos a multiplicar. Nadie le habló de esto durante la carrera de magisterio, lo ha aprendido después, fijándose en sus compañeros, participando en varios cursos de didáctica de las matemáticas y leyendo por su cuenta. Quiere enseñarles bien: que piensen, que comprendan el concepto, que lo descubran manipulando y que sepan aplicarlo a situaciones nuevas. De momento, no le preocupa que reciten las tablas o que apliquen correctamente el algoritmo de manera mecánica.
 La maestra ha tenido que acabar las hojas del libro del trimestre 2.º a matacaballo, porque ella se ha tomado su tiempo enseñándoles a restar “pidiendo ayuda arriba” y no “llevándosela abajo”, a pesar del libro de texto y de la oposición velada de algunas familias. Seré más sincero, no ha acabado el libro del segundo trimestre porque no ha comenzado con la multiplicación, que el libro planta en la última unidad didáctica del segundo trimestre.
 –Mi padre dice que cuándo nos vas a enseñar a multiplicar –le pregunta una niña.
–Después de semana santa, antes no. Avisáis de que el libro de trimestre 2.º ya os lo llevaréis cuando lo acabemos. Ahora hay que dominar bien la suma y la resta. ¿Alguien nos mete prisa?
 Durante el trimestre 2.º ha habido un paréntesis de casi tres semanas con motivo del carnaval, en el que la exigencia en las clases ha sido más suave, laxa o flexible que lo habitual. También ha habido una visita de la policía municipal, que durante toda una mañana ha llevado a cabo un programa de educación vial para que los niños respeten los pasos de cebra y los semáforos. Y otra mañana ha venido un técnico de medioambiente del ayuntamiento, porque están haciendo una campaña del uso responsable de los contenedores de reciclado de papel; cuando se ha marchado, han tenido que hacer un dibujo y una redacción para un concurso promovido por la campaña y que pasarían a recoger a la semana siguiente del encuentro. Menos mal que no han hecho este año nada para el día del padre, aunque algunas compañeras de su ciclo lo han insinuado.
 Para más INRI, en el colegio hay un acuerdo interciclos según el cual a 3.º han de pasar los niños con la resta llevando llevándosela abajo y las tablas sabidas. Nadie mira esos acuerdos jamás, pero baste que uno se salga del redil para que se les saque del fondo del cajón y se les desempolve. En las reuniones de ciclo ya le insinúan que se espabile que no le va a dar tiempo. ¡Siempre con un gancho en el cuello!
 El libro corre que se las pela, como el Ferrari de Fernando Alonso. Pero ella quiere tomarse su tiempo también en esto: el concepto como la relación de dos clases de elementos (“veces”) y no como una suma de sumandos iguales, el empleo de materiales manipulativos (palillos y vasos, regletas, numerátor), construir las tablas, comprender el algoritmo, etc. Necesita tiempo y tranquilidad. Oficialmente hay cuatro sesiones de matemáticas a la semana, pero ella se salta eso a la torera, o sea, la ley y el horario: da mates cuando quiere y cuanto quiere, funciona “medio ilegal”. Además da la casualidad de que este curso casi todos los especialistas dan su clase antes del recreo. Salvo alguna tarde, no enlaza dos horas seguidas, y hay procesos en la enseñanza de las matemáticas que no se ventilan en una hora. ¡Esto es un agobio!
 Todos los días mira las páginas del libro de texto, a ver cuánto le queda. Metodológicamente no están de acuerdo los de la editorial y ella: ellos plantean la multiplicación como una suma de sumandos iguales, y no como una operación, inversa a la división, en la que intervienen dos clases de elementos o más, a diferencia de la suma o la resta, donde se trabaja con una sola clase de elementos, pues son simples procesos de composición y descomposición de números construidos con el sistema decimal.
 –Un primo mío ya sabe la tabla del 5, y yo con estos pelos, maestra. ¿Cuándo nos enseñas las tablas?
 La maestra tiene en la pared una fotografía de María Montessori (una fotocopia con cuatro chinchetas). De vez en cuando la mira con ojos suplicantes, casi le envía plegarias: ¡María Montessori, ora por nobis! Quiere ser consecuente consigo misma, que los niños estén por encima del libro, la policía, el educador ambiental, los primos que saben la tabla del 5 y todo lo demás. Vive disociada, se va muchos días pensando que no es una buena maestra, otros días cree que sí. ¿No son estas las condiciones propicias para contraer en un trastorno de ansiedad?
 De esto no puede hablar con sus compañeros, o con muy poquitos y sin muchas profundidades. Ellos han estado preocupados con el carnaval y ahora lo están con el asunto de la jornada continua.
 Con estos detalles es suficiente. ¿Cuánto aguantará la pobre maestra fiel a su línea? Igual que Gustavo Flaubert dijo: «Madame Bobary c’est moi», yo os digo: «Esta maestra c’est moi».

Fragmento de la intervención de Carlos durante la presentación
CONTINUARÁ