El pasado viernes, 5 de abril de 2013, tuvo lugar la presentación del libro La escuela del entretenimiento en la Librería Muga. El acto comenzó a las siete de la tarde y se alargó hasta pasadas las nueve y cuarto. El tiempo se nos pasó volando. Vinieron muchos amigos, a los que agradecemos su presencia, y otras personas del barrio que acuden habitualmente por la Librería Muga, una auténtica institución cultural de Vallecas.
Tras unas palabras de Igor, José Manuel Amo Rojo hizo una presentación del libro. El autor, que estaba a su vera, recibió las palabras de José Manuel emocionado y luego, cuando comenzó su intervención, recordó el pasaje del Libro de la Selva en el que Baloo, medio moribundo tras la pelea con Shere Khan, escucha las palabras que sobre él dice el viejo Bagheera: así se había sentido. Cuando el autor concluyó, se abrió un turno de palabra para que participaran los asistentes, que fue lo más interesante de toda la tarde.
El autor da las gracias a todos los asistentes y especialmente a Igor y José Manuel.
Carlos y José Manuel
Un caso de trastorno de
ansiedad
Quiero
comentaros un caso de trastorno de ansiedad. La protagonista es una maestra de
2.º de Primaria, aunque podría estar en cualquier nivel de la enseñanza
obligatoria.
Nuestra
maestra, no quiero ponerle un nombre propio, será la maestra a partir de ahora, va a enseñar a sus alumnos a
multiplicar. Nadie le habló de esto durante la carrera de magisterio, lo ha
aprendido después, fijándose en sus compañeros, participando en varios cursos
de didáctica de las matemáticas y leyendo por su cuenta. Quiere enseñarles
bien: que piensen, que comprendan el concepto, que lo descubran manipulando y
que sepan aplicarlo a situaciones nuevas. De momento, no le preocupa que reciten
las tablas o que apliquen correctamente el algoritmo de manera mecánica.
La maestra ha
tenido que acabar las hojas del libro del trimestre 2.º a matacaballo, porque
ella se ha tomado su tiempo enseñándoles a restar “pidiendo ayuda arriba” y no
“llevándosela abajo”, a pesar del libro de texto y de la oposición velada de
algunas familias. Seré más sincero, no ha acabado el libro del segundo
trimestre porque no ha comenzado con la multiplicación, que el libro planta en
la última unidad didáctica del segundo trimestre.
–Mi padre
dice que cuándo nos vas a enseñar a multiplicar –le pregunta una niña.
–Después de
semana santa, antes no. Avisáis de que el libro de trimestre 2.º ya os lo
llevaréis cuando lo acabemos. Ahora hay que dominar bien la suma y la resta.
¿Alguien nos mete prisa?
Durante el
trimestre 2.º ha habido un paréntesis de casi tres semanas con motivo del
carnaval, en el que la exigencia en las clases ha sido más suave, laxa o
flexible que lo habitual. También ha habido una visita de la policía municipal,
que durante toda una mañana ha llevado a cabo un programa de educación vial
para que los niños respeten los pasos de cebra y los semáforos. Y
otra mañana ha venido un técnico de medioambiente del ayuntamiento, porque
están haciendo una campaña del uso responsable de los contenedores de reciclado
de papel; cuando se ha marchado, han tenido que hacer un dibujo y una redacción
para un concurso promovido por la campaña y que pasarían a recoger a la semana
siguiente del encuentro. Menos mal que no han hecho este año nada para el día
del padre, aunque algunas compañeras de su ciclo lo han insinuado.
Para más
INRI, en el colegio hay un acuerdo interciclos según el cual a 3.º han de pasar
los niños con la resta llevando llevándosela
abajo y las tablas sabidas. Nadie mira esos acuerdos jamás, pero baste que
uno se salga del redil para que se les saque del fondo del cajón y se les
desempolve. En las reuniones de ciclo ya le insinúan que se espabile que no le
va a dar tiempo. ¡Siempre con un gancho en el cuello!
El libro corre
que se las pela, como el Ferrari de Fernando Alonso. Pero ella quiere tomarse
su tiempo también en esto: el concepto como la relación de dos clases de
elementos (“veces”) y no como una suma de sumandos iguales, el empleo de
materiales manipulativos (palillos y vasos, regletas, numerátor), construir las
tablas, comprender el algoritmo, etc. Necesita tiempo y tranquilidad.
Oficialmente hay cuatro sesiones de matemáticas a la semana, pero ella se salta
eso a la torera, o sea, la ley y el horario: da mates cuando quiere y cuanto
quiere, funciona “medio ilegal”. Además da la casualidad de que este curso casi
todos los especialistas dan su clase antes del recreo. Salvo alguna tarde, no
enlaza dos horas seguidas, y hay procesos en la enseñanza de las matemáticas
que no se ventilan en una hora. ¡Esto es un agobio!
Todos los
días mira las páginas del libro de texto, a ver cuánto le queda.
Metodológicamente no están de acuerdo los de la editorial y ella: ellos
plantean la multiplicación como una suma de sumandos iguales, y no como una
operación, inversa a la división, en la que intervienen dos clases de elementos
o más, a diferencia de la suma o la resta, donde se trabaja con una sola clase
de elementos, pues son simples procesos de composición y descomposición de
números construidos con el sistema decimal.
–Un primo mío
ya sabe la tabla del 5, y yo con estos pelos, maestra. ¿Cuándo nos enseñas las
tablas?
La maestra
tiene en la pared una fotografía de María Montessori (una fotocopia con cuatro
chinchetas). De vez en cuando la mira con ojos suplicantes, casi le envía
plegarias: ¡María Montessori, ora por nobis! Quiere ser consecuente consigo
misma, que los niños estén por encima del libro, la policía, el educador
ambiental, los primos que saben la tabla del 5 y todo lo demás. Vive disociada,
se va muchos días pensando que no es una buena maestra, otros días cree que sí.
¿No son estas las condiciones propicias para contraer en un trastorno de
ansiedad?
De esto no
puede hablar con sus compañeros, o con muy poquitos y sin muchas profundidades.
Ellos han estado preocupados con el carnaval y ahora lo están con el asunto de
la jornada continua.
Con estos
detalles es suficiente. ¿Cuánto aguantará la pobre maestra fiel a su línea?
Igual que Gustavo Flaubert dijo: «Madame Bobary c’est moi», yo os digo: «Esta maestra
c’est moi».
Fragmento de la intervención de Carlos durante la presentación
CONTINUARÁ
Estoy recordando a Baloo con los ojos cerrados y relamiéndose de gusto escuchando tantos elogios. La diferencia contigo es que tu estabas al lado del halagador y con los ojos bien abiertos. Enhorabuena!
ResponderEliminarEl hecho de estar escrito por alguien que está a pie de obra le da, al libro, un valor añadido. Aconsejo este libro a todos los maestros y maestras que sienten que van contracorriente y que les gusta su trabajo, que cada día que se enfrentan al mismo, lo hacen con la esperanza de que la semilla dé sus frutos , aunque tengan la sensación de que esta realidad que nos envuelve, tan inhóspita para el conocimiento y la sensatez, nos acabará devorando. Pero como nos dice el autor en el epílogo, al igual que a Don Quijote, nos merece la pena intentarlo, porque en ese intento radica nuestra fuerza y no podemos desistir. ¡Enhorabuena, Carlos por ofrecernos este magnífico libro y tan sabia reflexión!
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