miércoles, 8 de diciembre de 2021

Cartas a Ramón (8 de diciembre de 2021)

 CARTAS A RAMÓN

 Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Octava carta

8 de diciembre de 2021


Querido Ramón:

Octavio Paz: Sólo el presente es permanente. E imparable, añado.

Coincidimos en que no nos gusta que pase el tiempo, en que no vivimos esperando el siguiente fin de semana o las siguientes vacaciones. ¡Es tan apasionante la vida que lamentamos que pase tan rápido, es decir, que se acabe! Pero el paso del tiempo, de ese presente permanente y huidizo, es ineluctable y aquí me tienes a las puertas de la “presente” Navidad, sin saber, una vez más, cómo rematar el trimestre y cómo evaluar con exactitud y justicia, profesionalmente diríamos, a mis alumnos. ¿No has aprendido, Carlos, en tantos años de escuela? Pues no, no he aprendido, y me sigue poniendo mal cuerpo, como la primera vez.

Realmente sé hacerlo, creo que bien, pero no con los criterios de nuestra legislación y con los esquemas y prejuicios de nuestra sociedad. No voy a escribir hoy un tratado sobre la evaluación: qué es, para qué sirve, cómo se hace ―cómo se hace bien, se entiende―, cómo la evaluación mejora nuestro trabajo y ayuda a nuestros alumnos. Pero me lamento de esta encerrona en la que nos encontramos tantos maestros cuando llegan los finales de trimestre.

En estos días se muestra con severidad la disociación que hay entre el ordenamiento legislativo vigente y la realidad de la escuela. ¡Enorme e insalvable!

Saldremos del apuro, sin duda, batallando como gato panza arriba con las “apariencias”, los “papeles” y “nuestro sentido común” pedagógico.

La chapuza evaluativa ―no nos permiten otra cosa los de arriba― se traduce en números y estadísticas, que llegan a los “centros oficiales de análisis” para confirmar la enormidad del fracaso escolar de nuestros alumnos, y eso que los números les llegan blanqueados. Si siguiéramos “sus criterios” ―los criterios de los de arriba, se entiende―, el desastre parecería mayúsculo, tan demoledor o más que el volcán de la Palma.

Claro, la palabra “fracaso” es demasiado grande o cruel para referirse a un alumno que saque menos de un “cinco” en tal o cual asignatura: «¡Ha sacado un tres, es un fracasado!». Fuerte, ¿no? Me muevo en el mundo de la educación infantil y la primaria. Un alumno de esas etapas no fracasa, caray. Cuanto más jóvenes son los alumnos, más se esfuerzan y menos se puede decir que, como individuos y bajo su exclusiva responsabilidad, “fracasan”.

Pienso que los niños vienen al colegio a aprender, a educarse como ciudadanos, a tener un contacto positivo con la cultura y el saber. Si eso no sucede, es el sistema el que fracasa; ellos no. Detrás de esos “fracasos escolares” hay un sistema obsoleto ―tal vez se adapta a los grupos sociales que redactan las leyes―, una escuela sin medios, unos maestros mal preparados, unos barrios dejados de la mano de Dios, unas familias sin estabilidad económica y emocional, machacadas desde muchos frentes. Como se puede comprender, la “cosa” es algo más que un tres, un cinco, un siete o un nueve.

¿Hay que evaluar? Por supuesto que sí, pero de modo “escolarmente correcto”. El modo de evaluar los resultados de una empresa de calzado o de una tienda de electrodomésticos no es extrapolable a la realidad escolar, que tiene su propia idiosincrasia: esa extrapolación es errónea. Aquí no calificamos la calidad de una partida de jamones serranos, ni clasificamos a los alumnos como se clasifican los jamones para asignarles un precio de mercado, aquí tratamos con personas que se están educando en los primeros años de su existencia. Lo nuestro ha de tener un “tratamiento particular y especial”.

Si a esto le unimos la losa de los libros de texto, compréndase que la complicación para “hacer pedagogía” es mayúscula. He dedicado artículos, capítulos de libros y tertulias a analizar esta lacra de la educación, de la que no me desprenderé mientras sea maestro. Me dijo el otro día una compañera, creo que citando al alguien: «Los maestros hacen pedagogía algunos días en septiembre, hasta que comienzan los libros de texto». Sabia y acertada reflexión. A estas alturas del trimestre, Ramón, somos muchos los que comprendemos que no terminaremos los libros “a tiempo”. Las familias pagan y ¿cómo no vamos a utilizar algo tan caro? Los que nos dan recetas fáciles y radicales sobre la cuestión, evidentemente desconocen el día a día del sistema educativo español.

¿Dónde está el paidocentrismo en toda esta “movida”? Si alguien lo ve en algún rincón, bajo alguna alfombra, tras una puerta, por favor, avise a los demás.

Sacaríamos punta a tantos aspectos de nuestra escuela, Ramón, que sobrepasaríamos a la princesa Sherezade: con mil y una noches no nos llegaría.

¿Qué salva a la escuela? Sin duda, los niños y sus maestros cuando “pasan de todo” y trabajan con ilusión en aquello que se planifica al margen de los intereses creados de gobernantes y empresas editoriales. Eso sucede las poquitas veces que podemos, claro.

Hoy, Ramón, esto es lo que me sale de las tripas. Y lo comparto contigo.

Estos días en los medios de comunicación comentan que los colegios serán hospitales de campaña para vacunar del COVID-19 a la población infantil. Si se llega a hacer, ya te comentaré. Mientras tanto, esperaremos instrucciones. Imagino que los “flecos” principales de la organización del magno evento sanitario se los dejarán a los propios colegios, como siempre. ¿Alguien hablará bien de los docentes en los medios de comunicación cuando se acabe la vacunación infantil? No lo creo.

Mal de muchos, consuelo de tontos. Sin complejos, yo me incluyo en el grupo de los consolados. Si a algún docente le consuela leer esta carta, la daré por bien empleada.

Ramón, con José Manuel comeremos juntos antes de la Navidad, pero aprovecho para felicitarte las fiestas a ti ya todos los lectores del blog. Pasar una buena Navidad ayuda a afrontar mejor “el año que viene”, con otra alegría.

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez


lunes, 1 de noviembre de 2021

Mil soles espléndidos

 EL POTAJE DE ESOPO 19

Resultado de imagen de esopo velazquez

Sobre libros V
Mil soles espléndidos

No recuerdo cómo ha llegado la novela Mil soles espléndidos a mí. Creo que leí una breve reseña y, sin dudarlo, la busqué en mis “fuentes” de descarga gratuita de ebooks y la encontré a la primera.

Me causó una gran conmoción la pasada retirada de las fuerzas internacionales de Afganistán. Me sentí estafado por los medios de comunicación. ¿De la noche a la mañana los talibanes conquistaron Kabul? Las escenas de familias afganas huyendo de su propio país, luchando desesperadamente por subir a un avión, me estremecen. Todos los afganos están padeciendo un totalitarismo indecente con la llegada de los talibanes al poder, pero las mujeres especialmente. No quiero decir que hayan pasado del blanco al negro, porque el sufrimiento de los afganos es secular, pero las cosas de mal pueden ir a peor, y están yendo a peor para ellos.

En ese momento, apareció para mí esta maravillosa novela, de Khaled Hosseini. Desde la primera página, quedé atrapado. Como cuando leía las comedias del Siglo de Oro ―Lope, Calderón, Tirso, Rojas Zorrilla y otros―, que dejaba las introducciones para el final, para que no interfirieran en mi imaginación y en la sorpresa de las tramas, con Mil soles espléndidos no he buscado información del autor hasta que la he terminado.

La novela se desarrolla en torno a la biografía de dos mujeres: Mariam y Laila. La acción sucede desde el final de la ocupación soviética hasta la intervención de Estados Unidos después del atentado de las Torres Gemelas, pasando por el periodo intermedio de dominio talibán. A día de hoy, los afganos han vuelto al dominio talibán.

No voy a destripar el argumento. Vivamente recomiendo la lectura del libro y no se lo voy a “estropear” a ningún futuro lector.

Jorge Semprún, en L’écriture ou la vie (La escritura o la vida) y en algunas entrevistas, afirma que el conocimiento y la memoria de las situaciones dramáticas del ser humano, como fue su experiencia personal en el campo de exterminio nazi de Buchenvald, tienen un soporte privilegiado en la novela. Gracias al texto narrativo, el lector se introduce dentro de la situación de un modo vivo, comprende in situ la experiencia extrema de otros seres humanos, algo que no son capaces de conseguir los informes y las estadísticas. En mi opinión, la novela tiene esa cualidad por encima del cine, pues en la novela el lector tiene una participación activa, con su imaginación recrea las situaciones, los pensamientos y los sentimientos que le llegan a través del texto escrito. Hemos comprendido el genocidio nazi mejor gracias a las novelas de Semprún que a los documentales y a los ensayos históricos.

La novela de Khaled Hosseini nos lleva de la mano al interior del feminicidio que han sufrido y sufren las mujeres afganas, en los hogares y en la sociedad: a una mujer afgana que ves debajo de un burka le pasa “esto”, lo vive “así”, "así" se destruye su cuerpo y su personalidad. En tantísimos lugares del mundo, las mujeres están padeciendo por el hecho se ser mujeres una tortura indescriptible desde que nacen: en su niñez, en su adolescencia, en su juventud, en su madurez, en su vejez.

Hosseini nos muestra sin tapujos lo que son un matrimonio obligado de niñas, las primeras noches de sexo forzoso, y las siguientes, los embarazos no deseados en el matrimonio, las palizas en el hogar, el terror dentro y fuera de casa, el no hay salida ni huida posibles. ¿Qué supone que los talibanes prohíban ir a la escuela a las niñas, que ninguna mujer pueda salir sin un varón a la calle ni pueda trabajar fuera del hogar, que tenga que vestir a la fuerza un burka fuera de casa? ¿Qué sucede cuando hay un bombardeo? ¿Qué pasa con los niños y las niñas que se quedan huérfanos? ¿Cómo es la vida de los desplazados y de los campos de refugiados?  La tragedia de Mariam y Laila sucede en un contexto, en una sociedad concreta, que queda perfectamente reflejada en la novela.

Por distancia temporal, el genocidio nazi nos va quedando lejos, aunque, evidentemente, no se debe olvidar ni se puede repetir. Pero el feminicidio que cuenta Hosseini le está sucediendo a miles de mujeres en el momento de escribir este artículo. Y, sin volar a Kabul o al centro de África, muy cerca de nuestros hogares, sucede algo similar en el mundo despiadado de la prostitución. ¿Nos escandalizamos de los nazis, pero no del feminicidio del siglo XXI?

La novela está bien construida, en una estructura lineal y circular muy conseguida, con transiciones suaves e imperceptibles. La escritura es directa, ágil y eficaz. Hay una sola voz narrativa, aunque se oye en todo momento la voz alternante de las dos protagonistas principales, que son mujeres excepcionales y con una humanidad radiante. Los personajes, no sólo ellas, también están bien construidos y mantienen la verosimilitud a lo largo de todo el relato.

He leído la novela traducida del inglés al castellano, pero me ha parecido de una gran calidad literaria. Y ha sido tan intensa para mí, me he implicado tanto en ella, que a partir la mitad he tenido que leerla de día, porque de noche o antes de irme a dormir no tenía el ánimo ni el valor suficientes para enfrentarme al texto.

Khaled Hosseini es un autor estadounidense de origen afgano (Kabul, 1965), que conoce perfectamente la realidad afgana y su historia. En la Wikipedia se pueden consultar más datos de su biografía. Se hizo famoso con su primera novela, Cometas en el cielo (2003); luego publicó Mil soles espléndidos (2007) y Y las montañas hablaron (2013). Habrá que leer las otras dos.

Termino con una cita. Refiriéndose a Yalil, el padre de Mariam, dice Hosseini: «Tal vez ese es el castigo reservado a los duros de corazón: comprenderlo todo cuando ya nada se puede hacer». Me aplico el cuento.

Carlos Cuadrado Gómez

31 de octubre de 2021


lunes, 11 de octubre de 2021

Cartas a Ramón (11 de octubre de 2021)

CARTAS A RAMÓN

 Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Séptima carta

11 de octubre de 2021


Querido Ramón:

Ha pasado apenas un mes desde comenzó este curso escolar 2021-2022. Me despedí de ti en junio. Los sesenta días del verano han sido muy productivos y reparadores, además hemos sido fieles a nuestro desayuno de fin de verano y a nuestra comida de comienzo de curso con José Manuel. ¿Qué más podemos pedir? Aquí me tienes con ganas de darle a la tecla y comentarte la actualidad escolar como yo la veo.

¿COVID-19? En España los últimos datos indican que la cosa va mejorando. En los colegios de Infantil y Primaria mantenemos casi las mismas medidas del curso pasado: grupos burbuja en clase y en los patios, gel hidroalcohólico en todas las entradas y salidas de la jornada, ventilación permanente de las aulas y mascarilla a toda hora, niños y profesores a partir de 1.º de Educación Primaria.

¿Diferencias? En vez de veinte alumnos en el aula, hemos vuelto a los veinticinco de toda la vida, o alguno más. El almuerzo del recreo se come en el patio. Poco más. La inversión que se hizo el curso pasado para aligerar las aulas con “grupos mixtos” se ha volatilizado. Trabajar con una ratio más baja fue una ilusión transitoria que difícilmente volverá. ¿Adónde va el dinero de aquella partida? Imagino que no sale de la hucha, aunque la hucha debería cuidar la educación de modo prioritario. De los políticos, cómo no, hablaré al final.

Mi impresión, Ramón, después de este primer mes de colegio, analizando a los alumnos ―podríamos decir familias― que se incorporan o ya están en el sistema y las noticias de los medios de comunicación ―tomadas estas con todas las precauciones―, es que nuestra sociedad va “un poquito más” a la deriva. Vivimos en un “continuo descendente”, lento e imparable. Se aprecia cuando echamos la vista atrás un par de años o tres. A veces, lo notamos de un año para otro, como tristemente me ocurre en estos momentos.

Me conformo cada vez con menos. Ahora simplemente quisiera que la mascarilla dejara de ser obligatoria en los colegios. La mascarilla es un gran obstáculo para trabajar con niños: oculta todo lo gestual del rostro, que incluye el movimiento de la boca, y mitiga el sonido y la claridad de la voz de maestros y niños. Observo un empeoramiento del lenguaje oral de los alumnos pequeños, que retrasan su evolución lingüística normal. Hay dislalias evolutivas que tardan más en ser superadas a causa de esta peor discriminación auditiva. Además, tengamos en cuenta que a la escuela llegan cada vez más alumnos de origen no hispano ―principalmente alumnos marroquíes y de los países del este―: con la mascarilla el aprendizaje del español, que es nuestra lengua vehicular, se dificulta enormemente.

Para entender “algo” el mundo en que vivimos, estoy leyendo Posmodernidad, identidad y poder digital. Las nuevas estrategias de vida y sus angustias, de José Mármol (Barteby Editores, Madrid, 2019). A José Mármol en su casa lo conocerán; en las solapas del libro se dice que es poeta, ensayista y doctor en Filosofía. No entraré en detalles de cómo llegué a este libro. Mármol es peor que la carne de pescuezo, pero, como no hay libro tan malo que no tenga algo bueno (Plinio el Joven), estoy sacando de él notas muy sustanciosas para el futuro libro de La escuela despistada. Mármol cita y copia a otros autores, sin duda mejores que él, por lo que hay conceptos y planteamientos francamente buenos.

Uno de ellos es el término infoxicación, creado por A. Cornella (2013), y que «se trata del consumo excesivo de información, a tal magnitud, que arrodilla al pensamiento, por cuanto el individuo, por más que desee, no está en condiciones de asimilar la calidad de esa cantidad de datos». Este mismo concepto fue enunciado anteriormente por D. Lewis (1966) como “síndrome de fatiga de la información”, que se explica por sí mismo.

El síndrome de infoxicación es, en mi opinión, uno de los males más comunes de nuestro tiempo, mires hacia donde mires. No te imaginas, Ramón, la cantidad de información basura que nos llega a los docentes por todos los lados. Las ofertas de actividades para alumnos, cursos de formación, estadísticas inútiles, por decir algunos ejemplos, son incalculables. De mandar tanta basura a la basura, me duele el dedo que clica la orden. Más grave me parece cuando la infoxicación se filtra en el currículo, uno de los pilares de la educación: ¿Qué seleccionamos de tantas propuestas como nos llegan para que se enseñen en la escuela? Difícil decisión epistemológica.

En próximas cartas seguiré comentando la nueva ley de educación, por supuesto. También tengo en la recámara la cuestión del fracaso escolar, que hemos comentado brevemente en alguna de nuestras comidas. Tratar el fracaso escolar requiere tranquilidad y desgranar los muchos matices que encierra. En fin, ¡tantas cosas, Ramón!

Por hoy, concluyo con una cita de Josep Pla. Como dice mi amigo Guillermo M. Schrem y más arriba he comentado sobre el libro de Mármol, incluir buenas citas en un texto garantiza que el lector lea alguna cosa aceptable. Es una deferencia hacia él, ya que tiene la amabilidad de leer a pobres diablos como yo. La cita de Pla se refiere a los políticos y son las palabras que mejor reflejan mi estado de ánimo y el de tantos otros. Aunque la clase política y el pueblo llano llevamos vidas paralelas, sus decisiones inevitablemente nos afectan más de lo que quisiéramos. Reproduzco la cita en catalán y a continuación la traduzco al español. Es tan lúcida que no precisa glosa:

«Quan hom pensa que, malgrat l'enorme quantitat d'imbecils que hi ha en la governació d'un país, hom pot anar tirant, la sorpresa és permanent e inenarrable».

«Cuando uno piensa que, a pesar de la enorme cantidad de imbéciles que hay en la gobernación de un país, se puede ir tirando, la sorpresa es permanente e inenarrable».

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez

lunes, 23 de agosto de 2021

Esfera de libros

  EL POTAJE DE ESOPO 18

Resultado de imagen de esopo velazquez

Sobre libros IV
Esfera de libros

Me imagino en medio de una esfera de libros por la que pululan otras esferas más pequeñas, que, de vez en cuando, se rozan, chocan entre sí amablemente y se influyen con naturalidad. Hablamos del universo de los libros frecuentemente: la esfera es una buena representación.

Comienzo por la esfera de la novela.

Un pez de colores (Círculo Rojo, 2021) es la última novela policíaca de mi amigo Guillermo M. Schrem. Divertidísima. Es un viaje organizado en tren por España: un Orient Express por la Piel de Toro, en el que se come bien, se bebe mejor y los pasajeros se lo pasan a lo grande. Hay fantasma, uno muy educado en esta ocasión, y se resuelve el enigma de un asesinato, como en todo buen viaje en tren. A Guillermo le encaja todo a la perfección: la citas, que son abundantes, los personajes, sus manías, sus miedos, sus sinceridades. He disfrutado especialmente con el lenguaje: esa mezcla de lenguaje arcaico con lenguaje progre, que da sensación de frescura y modernidad al texto: Guillermo lo borda como nadie.

Me he llevado una pequeña decepción con El mundo es ansí de Pío Baroja, al que llego porque lo cita Josep Pla en Notes disperses. Pla conoció a Baroja en persona en Barcelona y dedica al encuentro unas páginas maravillosas. Siempre es admirable la prosa limpia y eficaz de don Pío. En esta novela nos mete en el mundo de la Revolución Rusa y las mujeres de la época: muy feminista, analiza la situación y los problemas de las mujeres de clase media/alta. La protagonista, una rusa guapa, con dinero, culta, con mucha iniciativa, se casa de segundas nupcias con un español (ella ya tiene una niña), con el que acaba en Cádiz (la señora viaja muchísimo en la novela) y del que termina divorciándose (y no me extraña). Me parece muy forzada la estructura de la novela, un ir y venir de la protagonista poco verosímil, con un final precipitado.

Con el que estoy entusiasmado es con Arthur Conan Doyle y el inspector Sherlock Holmes. Son extraordinarios. La prosa de Doyle es muy eficaz, clara, directa, ideal para la narración. He comenzado por el principio, Estudio en escarlata, y he continuado con la saga, que no he concluido, me quedan libros pendientes. Era la primera vez que leía a este señor. ¿A tus años? A mis años. El narrador ficticio es el doctor Watson: sería como si Sancho fuera quien narrara las aventuras de don Quijote. El sabueso de los Baskerville me sobrecogió, en algunos momentos pasé miedo. Doyle no baja la intensidad ni la calidad en ningún momento.

Sin embargo, me he aburrido soberanamente con Los príncipes valientes y Paseos con mi madre de Javier Pérez Andújar (Tusquets, 2007 y 2011). Qué serio, qué tristón. Me ha interesado porque refleja el mundo obrero de los años setenta del cinturón industrial de Barcelona, el mundo de los inmigrantes que fueron a Barcelona huyendo de la miseria del campo andaluz. Está bien escrito, muy correcto, muy profesional, pero plúmbeo. ¡Cuánto dato, cuánta sensación abigarrada en cada página! Me recuerda al soso de Javier Cercas. El escritor debe tener chispa, y Pérez Andújar tiene muy poquita.

Leyendo Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser de Ian Gibson, me topé con Gamiani, ou Deux nuits d’excès del francés Alfredo de Musset. Por lo visto, esta breve novela romántica causaba furor en los círculos surrealistas de Paris y, sin duda, la leyó Salvador Dalí. Es una novela erótica o pornográfica, en este caso podrían emplearse los dos adjetivos sin miedo, de altísima intensidad. Predomina el sexo entre mujeres y algunas prácticas sado-masoquistas que recuerdan a Justine del Marqués de Sade. Gamiani es un hito en el género erótico. La escritura de Musset es la clave para que la novela no aburra. Si se puede leer en francés, mejor. Pienso que traducida debe de perder mucho, pero mejor leer una traducción que no leerla.

Dalí por sí mismo constituye una esfera en mi actual universo de libros, reforzada por unas recientes vacaciones en Cadaqués, donde lo daliniano se respira en cada piedra.

En El niño secreto de los Dalí de José Ángel Montañés (Roca Editorial) se puede ver la cara de un Dalí entrañable, cercano y generoso en su relación con un niño de Cadaqués, Joan Figueras, que es el modelo del Niño Jesús de La Madona de Portlligat, donde aparece en el seno de la Virgen María-Gala. Dalí se nos muestra familiar, atento con este niño, al que trata como el hijo que nunca tuvo. La vida diaria de Dalí en verano estaba dedicada al trabajo y al contacto con la naturaleza de la Costa Brava. Joan Figueras convivía con el matrimonio Dalí por la casa de Portlligat con la libertad de un hijo.

Después de las vacaciones cadaquenses, dado que la relación entre Lorca y Dalí está en el candelero, leí Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser de Ian Gibson. En este libro Gibson explora la relación personal de los dos artistas, que se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Gibson escribe bastantes páginas desde la perspectiva del psicoanálisis: interpreta, a veces en exceso, escritos de Lorca y cuadros de Dalí, alejándose un poco del rigor histórico. En ese sentido, me ha parecido un poco obsoleto, pero el interés de la obra es indudable.

Dalí, como él mismo decía, fue un gran escritor, con una prosa fresca, clara y eficaz, muy llamativa. Su obra principal es La vida secreta de Salvador Dalí, una autobiografía en la que se mezclan datos reales con lo que Dalí imagina que sucedía. Esa mezcla surrealista se repite en Confesiones inconfesables de Salvador Dalí, recogidas por André Parinaud. Estoy en la mitad de este libro. Es llamativo que en la época en la que se escribe Dalí hable sin tapujos de la masturbación y de sus fantasías sádico-masoquistas. Como acabo de decir, la impresión es que la realidad y lo onírico se confunden en cada línea. Es imposible que, en la vida real, a una persona le pasen tantas cosas a la vez. Creo que la experiencia vital directa, ni siquiera la de Dalí, no se ajusta a la fantasía de esta narración. Pero en el arte cualquier combinación o apariencia está permitida.

Abriré la esfera de la poesía con Primero de poeta de Patricia Benito (Penguin, 2017). Esta poetisa es amiga de la cantante Zahara. Me ha gustado el libro, los poemas tienen chispa. Patricia Benito domina el verso libre y, sin encabalgamientos ni complicaciones retóricas, con un vocabulario natural, de modo sencillo ―lo sencillo nunca es fácil―, consigue un lenguaje poético muy atractivo. La poesía de P. Benito quizás adolece del neo-romanticismo que está tan de moda y que tanto conecta con lectores jóvenes. Tanto “yo” a mí me satura un poco, sinceramente. Continuaré con Tu lado del sofá, cuyo prólogo es de Zahara.

Y de poetas viejos, a los que queda poca vida por delante, o que saben que se van a morir en breve, tengo entre manos Manual de infractores de Caballero Bonald y Animal de bosque de Joan Margarit. Ambos son Premio Cervantes y para mí, poetas excepcionales. Son poemarios de gente al final de su vida. Los dos han fallecido este año 2021.

Caballero Bonald acude a la memoria de los caminos torcidos por los que ha transitado, los trae al presente y revive las mismas sensaciones e infracciones que vivió, pero sabiendo que lo hace a modo de rendición de cuentas. Emplea sabiamente el verso libre y roto, con el que consigue el sabor de transgresión que impregna el libro.

Animal de bosque de Joan Margarit es póstumo. Lo escribió enfermo de leucemia y sabedor de que el tratamiento serviría de poco. En el tercer poema ya me arrancó una lágrima. Antes de leer, cuando cojo el libro y voy a abrirlo, siento una emoción intensa y especial. Como siempre, los poemas están escritos en catalán y rehechos en castellano por él mismo (la edición es bilingüe), pero la emoción genuina está en el poema en catalán. En Dona callada recuerda a una hija que se les murió y cuyo dolor es un compañero inseparable del poeta desde aquel momento: el poema es duro, intenso, profundo, descarnado, delicado. Es el poema de la lágrima.

Llegamos a la última esfera, la de los ensayos y libros de entretenimiento. Seré breve.

Gracias al ebook y a las páginas de descargas gratuitas, puedo acceder a la obra completa de Pla en catalán ―muchos de los libros mencionados los he leído en ebook― sin dejarme el patrimonio. Eso me permite leer permanentemente a Pla, que me acompañe en todo momento. Ahora disfruto de Notes disperses. Me lo paso a lo grande con él. Como muestra, traduzco esta sensata nota: «Cuando uno piensa que, a pesar de la enorme cantidad de imbéciles que hay en la gobernación de un país, se puede ir tirando, la sorpresa es permanente e inenarrable». Ahí queda eso.

He leído algunas novelas de Jorge Semprún, que es un escritor de altos vuelos a nivel internacional. Su lengua literaria es el francés: lo escribe deliciosamente. Estoy con Une tombe aux creux de nuages. En esta colección de conferencias y ensayos, demuestra una erudición y una lucidez fuera de lo corriente. ¡Cuánto pudo leer este hombre! Ser prisionero en un campo de exterminio nazi es una de las experiencias más determinantes de su vida, desde la cual analiza la sociedad, la construcción de Europa y la misma condición humana. ¿Existe el mal absoluto? En esta cuestión me encuentro ahora, una cuestión siempre actual, no hay más que ver un telediario.

No todo en la vida es alta literatura y pensamiento profundo, que luego pasa lo que pasa. Como me ha dado por ser motorista, estoy leyendo como un devoto Seguro en moto. Las claves de la seguridad para el motorista urbano de los hermanos Campsolinas (Editorial Omega, 2014): estoy aprendiendo un montón. Cuando salgo con la moto, pongo en práctica sus consejos. ¡Autoformación, no queda otra!

Concluyo con esta cita de Emili Teixidor: «La gente que lee libros vive más: vive su propia vida y la de los libros que lee, y por ello tiene más experiencias, más emociones, más vidas. Leer es vivir mucho más y mucho mejor. Leer no ocupa mi tiempo, leer llena y da valor a mi vida». Sin exageraciones romanticoides, esto me parece bien.

Carlos Cuadrado Gómez

23 de agosto de 2021


miércoles, 30 de junio de 2021

Cartas a Ramón (6) 30 de junio de 2021

CARTAS A RAMÓN

 Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Sexta carta

30 de junio de 2021


Querido Ramón:

Hoy sí que ha acabado el curso. Con esta carta me despido de estas entradas epistolares hasta septiembre. La clase, recogida; el ordenador, apagado; las ventanas, cerradas; los libros, esperando. He salido con los deberes hechos por la puerta del colegio, donde volveré dentro de dos meses, con alumnos nuevos, con las ganas renovadas y con una situación social creo que parecida a la de este curso pasado —el 2020/2021 ya es el curso pasado—.

El viernes tuvimos juntos una comida y una sobremesa extraordinarias en compañía de José Manuel. Pocos placeres son comparables a comer y conversar con buenos amigos.  Hablamos de la escuela poco, porque dedicamos mucho rato a hablar de motorismo: tú, motero experimentado; yo, motero en ciernes. José Manuel, que es hombre sensato y de gran corazón, estaba preocupado por nuestra salud física, posiblemente también por la mental: montar en moto es peligroso, sin duda, y un accidente lo puede tener cualquiera. Que sí, que no, nos dieron las nueve de la noche. Desde las dos que empezamos a comer, nos dio tiempo a dar un buen repaso no sólo a las motos, sino a la actualidad en general. No obstante, las horas se me pasaron volando.

¿Qué te puedo decir de la escuela para cerrar el año? Me surgen dos reflexiones, que en gran medida son preocupaciones. Reflexión y preocupación forman una unidad indisoluble cuando se trata de educación. Hoy quiero ser breve y sintético, que, “en tiempo de melones se acortan los sermones”, como decían los antiguos predicadores de púlpito. No creo que estuvieran reventados de trabajar doblando el lomo, pero, por lo visto, hablar diez minutillos con más de 25º les suponía un esfuerzo ímprobo. Permítaseme el chascarrillo anticlerical: no creo que nadie se ofenda y, tal vez, me congracie con algún lector. Como digo, ¡brevedad!

La última ley de educación insiste en que la escuela debe ser inclusiva y comprensiva. Mucho me temo que el hecho de que en España haya dos redes educativas claramente diferenciadas, la pública y la privada (la enseñanza concertada es privada, ¡pero pagada con fondos públicos!), carga a la enseñanza pública con la mayor parte, por no decir toda, de la “inclusión” y la “comprensión”. La creciente diferenciación social entre clases pudientes —bien por dinero, bien por formación académica— y las clases humildes —no quiero emplear un lenguaje políticamente correcto— se refleja en ambas redes de colegios. Que usted quiere estudiar, a la privada; que usted quiere estudiar y no tiene medios o usted tiene problemas, del tipo que sea, con los estudios, a la pública. Y, dentro de la pública, se produce grosso modo una selección similar entre colegios bilingües y colegios no bilingües. Como dice nuestro amigo José Manuel, uno de los problemas mayores del sistema educativo español es la gran fuerza de la escuela privada, cosa que no ocurre de modo tan exagerado en Francia o en Italia, por mencionar a países vecinos.

La cuadratura del círculo es irrealizable. No son posibles determinados rendimientos académicos en aulas con cinco o seis niveles curriculares. El maestro debe atender a todos lo mejor posible, pero, seamos realistas, llega donde llega. De modo que un alumno con buenas posibilidades intelectuales se ve perjudicado en este contexto escolar, no porque sus compañeros se porten mal —tengo la sensación de que mis alumnos son mejores ciudadanos, más educados y más amables entre ellos que los de mi época escolar—, sino porque no se le puede atender ni exigir como él necesita, con lo cual se merman sus oportunidades de éxito académico. Hoy no hablamos de otro tipo de alumnos, a los que tampoco atendemos en condiciones, por falta de medios humanos y materiales —medios que deben venir de los poderes públicos— y por falta de formación del profesorado. La escuela pública es mi pasión, lo digo sinceramente, sin quitar ni una coma, ser maestro es de lo mejor que me ha pasado en la vida, pero se me cae el alma a los pies cuando pienso que el éxito académico de algunos de mis alumnos no está en mis manos y que “el vecino”, quiero decir el colegio privado, se lo puede más o menos ofrecer, por la simple razón de que en sus aulas hay una selección de alumnado y familias de determinada condición social. Esa es la primera reflexión-preocupación.

Continúo con la segunda, y continúo sin ser políticamente correcto. ¡Cuánto daño nos está haciendo la dichosa corrección política! La generación de mis padres no eran fracasados escolares. Con excepciones, no habían podido ir a la escuela, o muy poco, de modo que no podían fracasar. Y, como no habían podido estudiar, valoraban el estudio como medio potente para salir de la ignorancia y para mejorar socialmente. La institución escolar era para ellos un lugar importante, de prestigio, de donde sus hijos, si se esforzaban, podían salir mejor que ellos. Sin embargo, un altísimo porcentaje de los padres de los alumnos de hoy en día sí son fracasados escolares. Han pasado por la institución escolar con más pena que gloria —no hago un juicio moral de estas personas, pues la mayoría es víctima de un sistema escolar pésimo, que tiene una puerta muy grande para el fracaso—, y comprenden que su hijo “suspenda exámenes” o “no haga los deberes” o tenga “notas de mala conducta” en la agenda escolar. Ellos pasaron por lo mismo y han sobrevivido, se han buscado la vida como han podido y han tenido hijos a los que, sin duda, aman. De modo, que así es difícil conseguir un clima de trabajo continuo, de exigencia y superación; sin la colaboración de las familias es casi una quimera. Al perro flaco todo se le vuelven pulgas: sabio refrán.

Termino. Como decía en la anterior carta, todo el mundo —profesores, equipos directivos, alumnos, familias— se merece el descanso estival. Este curso, con más motivo. ¡Nos sobran los motivos para hacer esta afirmación, bien lo sabes! Buscaremos la buena compañía de los libros sin las preocupaciones de la clase de cada día, viajaremos, sestearemos, y enseguida será uno de septiembre. Pero sesenta días dan para mucho si se saben aprovechar.

Ramón, pasa un buen verano. Y queda pendiente un desayuno antes de que se abran de nuevo las aulas.

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez

martes, 22 de junio de 2021

LOMLOE (1)

 

LOMLOE (1)

Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre,
por la que se modifica la Ley Orgánica, de 3 de mayo, de Educación

(Ley Orgánica de Modificación de la LOE)

 

Exige un gran esfuerzo articulatorio el acrónimo de la nueva ley de educación, la LOMLOE, Ley Orgánica de Modificación de la LOE, que fue la ley Zapatero. La actual es la “ley Celaá”, puesto que la ministra de Educación en el momento de aprobar la ley, a dos días de la Nochevieja de 2020 y tres meses antes del confinamiento por el coronavirus, y en el momento presente es Isabel Celaá Diéguez.

Lo primero que sorprende es que no se modifica la anterior ley de educación, la LOMCE de 2013 (Ley Wert), sino la LOE de 2006. En el prólogo de la nueva ley la LOMCE es despachada con varios comentarios negativos, pues «representó una ruptura del equilibrio que se había alcanzado en la LOE entre visiones y planteamientos acerca de la educación que deben necesariamente convivir en un sistema democrático y plural». En la única disposición derogatoria, se deroga la LOMCE y «cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente ley». No soy yo precisamente un defensor de la LOMCE ni de Wert, tipo de sonrisa dentona y siniestra —en 2014 (29 y 31 de agosto) y en 2015 (11 de marzo) hice varias entradas en este blog, que pueden consultarse—, pero ignorar de un plumazo lo que ha sucedido en estos últimos siete años me parece un desacierto. Ciertamente no ha mejorado la educación en este tiempo, pero esta actitud augura corta vida a la LOMLOE: cuando gane las elecciones la bancada de la oposición, será derogada sin piedad. La LOMLOE está formulada con el mismo consenso político con el que se formuló la LOMCE: ¡ninguno!

En los preámbulos de todas las leyes educativas nos encontramos con una letanía de bondades que las leyes en cuestión supondrán para el futuro de los ciudadanos que se eduquen bajo su paraguas. La ley actual subraya los principios de calidad y equidad que aportó la LOE y que ella misma recoge y amplifica. ¿Alguna ley puede ser contraria a tales principios? La LOMCE no se quedaba atrás, decía, por ejemplo, que «como nunca hasta ahora la educación ha tenido la posibilidad de ser un elemento tan determinante de la equidad y el bienestar social»; o que «la escuela, y en especial la escuela pública, han encontrado su principal razón de ser en la lucha contra la inevitabilidad de las situaciones de injusticia o de degradación que han ido acaeciendo en cada momento de su historia». LOMCE y LOMLOE hacen hincapié en el principio de inclusión y comparten estilísticamente el desdoblamiento del masculino y femenino (alumnos y alumnas), con algunas incongruencias en esa norma morfológica que ambas siguen. ¿Por qué la Jefe de Estudios y no la Jefa de Estudios, si Jefa es correctísimo?, por decir algo. El comentario lingüístico lo abordaré otro día.

Dejemos, pues, los preámbulos al margen, pues la fantasía campa en ellos a sus anchas, y vayamos al grano.

Aviso al lector de que, como maestro de Educación Infantil y Educación Primaria, lo que se refiere a estas etapas me afecta directamente y son de las que puedo tener un conocimiento inmediato. La ley engloba muchos aspectos de la educación, consume 86 páginas del BOE del 30 de diciembre de 2020, por lo que reseñaré sólo los aspectos que me parecen más destacables para abrir boca.

Puesto que se reforma la LOE y la LOMCE se deroga, en muchas cuestiones “volvemos” a lo que había antes de la LOMCE, con algunos matices. A cada paso, por no ser fatigoso, no avisaré de que en esto “volvemos”, en aquello “seguimos igual”, esto es completamente “nuevo”.

La ley tiene un único artículo: «Modificación de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación».

En las introducciones y objetivos cada etapa educativa, se insiste en la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad de todo tipo, en el desarrollo sostenible y en evitar cualquier tipo de violencia y discriminación. La informática está omnipresente: hay que dominarla en los tiempos que corren. La ley asume los planteamientos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en lo relativo a la educación.

La educación básica, que constitucionalmente es obligatoria, comprende la educación primaria, la ESO y los ciclos formativos de grado básico: de los 6 a los 16 años. Aunque se promueva la gratuidad desde los poderes públicos, el segundo ciclo de educación infantil (de 3 a 6 años) continúa quedando fuera de la enseñanza básica. Si la familia no quiere, un niño no va al colegio hasta los 6 años. El sistema permite cursar la enseñanza básica hasta los 18 años, puesto que se puede repetir curso dos veces, una en primaria y otra en la ESO, como en las leyes anteriores.

En la educación infantil no percibo diferencias significativas, más allá del habitual repertorio de buenas intenciones.

En la educación primaria, volvemos a la unidad temporal del ciclo de dos años, pero no me queda claro si se puede repetir también en los cursos impares, como permitía la LOMCE. En el artículo 20, dedicado a la evaluación, se dice: «Si en algún caso [...] se considera que debe permanecer un año más en el mismo curso, se organizará un plan de refuerzo [...]». Entiendo que será posible en todos los cursos sin tener que pedir permiso a las instancias más altas del Estado, pero no estoy seguro.

Cabe la posibilidad de que el “Conocimiento del Medio natural, social y cultural”, no se desdoble en dos asignaturas (Sociales y Naturales). Dicho desdoble no me parece correcto ni adecuado para los alumnos de primaria. Deduzco que puede no desdoblarse porque se dice (Art. 18) que «se podrá desdoblar en Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales». Por lo tanto, si se puede desdoblar, se puede no desdoblar. A ver “qué mandan” las editoriales.

En 5.º o en 6.º se cursará la asignatura de “Educación en Valores cívicos y éticos”, algo parecido a la “Educación para la ciudadanía” de la LOE.

Las pruebas externas (evaluación de diagnóstico) se harán en 4.º.

La ESO continúa con sus cuatro cursos como cuatro soles. Se pueden ofertar algunas materias optativas que se ventilarán (“podrán configurarse”) con «un trabajo monográfico o un proyecto interdisciplinar o de colaboración con un servicio a la comunidad». Me compadezco de los centros de secundaria cuando se pongan a organizar tan ingente cantidad de asignaturas, opciones, programas, pruebas, etc. ¡Pobrecitos!

A 4.º de la ESO está dedicado íntegro el capítulo 25. Vuelven los programas de diversificación curricular, lo que la LOMCE llamaba “Programas de mejora del aprendizaje y del rendimiento”: algo parecido, pero no idéntico.

En 2.º de la ESO se harán las pruebas externas (evaluación de diagnóstico).

En algún momento de la ESO se cursará, como en el tercer ciclo de primaria, “Educación en Valores cívicos y éticos”.

Se crean unos “Ciclos formativos de grado básico” (educación básica, recuérdese), para «evitar la segregación del alumnado por razones socioeconómica o de otra naturaleza». Si se superan, se consigue el Graduado en ESO. En la LOE eran los “Programas de cualificación profesional inicial” y en la LOMCE, “Ciclo de Formación Profesional Básica”.

Pasemos al Bachillerato. Habrá cuatro modalidades: Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias Sociales; Artes; y General. No se aclara en qué consistirá ese “General”. Habrá que esperar a los decretos que lo desarrollen.

Se puede conseguir el Título de Bachiller con una suspensa, «siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a este título».

La formación profesional tendrá, como ahora, una organización modular y comprenderá los ciclos formativos de grado básico, grado medio, grado superior y cursos de especialización. Con esta nota me parece suficiente, dadas mis limitaciones e ignorancia: para mí, la formación profesional es un mundo complejo y desconocido, aunque considero que es uno de los pilares de nuestro sistema educativo, quizás el más abandonado por los poderes públicos.

En cuanto a la organización y gestión de los centros, se mantiene el sistema de selección del director, como quedó fijado por la LOCE de Aznar y asumió la LOE de Zapatero. El consejo escolar del colegio vuelve a aprobar el presupuesto del centro, una atribución que la LOMCE le había sustraído; también aprueba y evalúa la programación general anual, «sin perjuicio de las competencias del claustro».

Se crea la figura del “coordinador de bienestar y protección”, para atajar los problemas de «acoso escolar, ciberacoso, violencia de género y cualquier otra manifestación de violencia».

Sigue habiendo clase de Religión, aunque no he visto —puede ser que he llegado mareado a la disposición adicional segunda— la nomenclatura de la asignatura alternativa. Me llama la atención la siguiente novedad: «se podrá establecer la enseñanza no confesional de cultura de las religiones». ¿Quién daría esta asignatura y cómo? En cualquier caso, el redactor de la ley se cura en salud con ese futuro hipotético: “se podrá”. O sea, que vaya usted a saber.

Hasta aquí este primer repaso o acercamiento a la LOMLOE. En sucesivas entradas iré comentando aspectos concretos, como la coeducación y los conciertos económicos con centros privados, los alumnos con necesidades educativas especiales, la enseñanza en el medio rural, etc.

La ley ahora tiene que desarrollarse en decretos del gobierno central y en la legislación correspondiente de cada comunidad autónoma. En los próximos cursos nos veremos otra vez modificando el proyecto educativo de centro, las programaciones generales, las programaciones didácticas, los estándares de evaluación, entre otros elementos de la montonera de documentación ad hoc. ¿Saben ustedes la pérdida de tiempo que eso supone para el profesorado, una documentación tan voluminosa y provisional que no me extraña que nadie lea? He perdido la cuenta de las veces que he tenido que rehacer esos documentos a matacaballo en mi vida profesional, y, sinceramente, para nada. ¡Qué hartura! Somos funcionarios y hay que saber hacerlo, son órdenes de arriba, pero esto no es serio. ¡Cuántos documentos que no se leen y que acaban en la papelera, física o digital! Mi queja es amarga como una aceituna silvestre. ¡Otra vez esta pesadilla recurrente!

En fin, amigos del blog, volveré con nuevas entradas sobre la LOMLOE. Como aperitivo, vaya lo dicho.

Carlos Cuadrado Gómez

Leganés, 20 de junio de 2021

jueves, 3 de junio de 2021

Cartas a Ramón (5) 1 de junio de 2021

  CARTAS A RAMÓN

Dibujo de Cartas y sobre pintado por en Dibujos.net el día 13-05-15 a las  16:15:35. Imprime, pinta o colorea tus propios dibujos!

Quinta carta

1 de junio de 2021


Querido Ramón:

Sin querer queriendo, como decía el Chavo del Ocho, nos hemos plantado en junio, a pocas semanas del final de curso. No quisiera que está fuera la última carta de este enmascarillado curso escolar, sino la penúltima. Ya veremos.

En estos momentos, a pocos días vista de la evaluación final, en el magisterio hay un enorme revoltijo y desasosiego con la segunda dosis de la vacuna del coronavirus. No me extraña. Se pusieron vacunas de una “marca”; resulta que la “marca” ha dado problemas a algunas personas —por ella algunos la han palmado en Europa—; se ofrecen otras “marcas”, pero la gente no se fía, por aquello de que las mezclas no suelen ser buenas —quien haya salido de parranda lo sabe bien—; si se quiere la “marca” de la primera dosis, hay que firmar un documento que, en resumidas cuentas, viene a decir que, si te quedas tonto de por vida o te mueres por la vacuna, tú cargas con las consecuencias. Señores del gobierno, comprendan que así no se hacen las cosas. Y no nos consuela que otros tampoco den pie con bola. Posiblemente, este batiburrillo tiene su origen en que no se disponen de vacunas de la primera “marca” porque se salió tarifando con la farmacéutica que las fabricaba, y, sinceramente, las autoridades no saben qué hacer. Comprenderás, Ramón, que no son buenas condiciones psicológicas para afrontar el arreón final.

La gente dice: ¡Si no te queda nada, si ya estás con un pie en la playa! Pero los que conocemos esto por dentro sabemos que esa nada tiene mucha guasa y puede hacerse muy larga.

Me he puesto a leer y estudiar la última ley de educación, la que se publicó en el BOE del 30 de diciembre de 2020. La ley dice que de la LOMCE, o ley Wert, de 2013, mejor no hablar, ni siquiera se molestan en modificar una línea de su articulado. La actual, como pasaba con la LOMCE, sólo consta de un artículo (Artículo Único) que modifica la Ley Orgánica 2/2006, de tres de mayo, de Educación: la LOE (la de Zapatero). Así que aquí me tienes con tres documentos abiertos encima de la mesa: la actual ley en el ordenador y las otras dos en papel. Voy artículo a artículo —el Cholo Simeone va partido a partido— viendo qué se cambia, qué se añade, qué se redacta de nuevo. Si Wert me pareció un chapuzas, Celaá también me lo parece. De momento, Ramón, he leído del Preámbulo y los primeros artículos. Me llama la atención la palabra inclusión, escrita a discreción, en demasía, igual que Wert empleaba el espíritu emprendedor. ¿Es que educamos a los niños para que sean ciudadanos apocados y sumisos como corderos? ¿Es que la ley de educación de un país democrático puede excluir a nadie por el motivo que sea? Ambas acciones serían inconstitucionales y antidemocráticas, aparte de perversas. No me quiero extender en esta cuestión. Baste decir que voy a fotocopiarme el actual texto legal para no quedarme más ciego de lo que estoy. Voy tomando notas a troche y moche, y con un subrayado en el texto en papel iría bien servido y todo sería más rápido. Cuando termine la lectura y el estudio me explicaré.

He concluido Morderse la lengua de Darío Villanueva, anterior director de la RAE: un ensayo de gran calidad sobre la corrección política, la posverdad y el lenguaje. Me ha hecho pensar en ese posible ensayo sobre la escuela despistada, que me planteo escribir. Me ha dado bastantes ideas y pistas por donde hilar la reflexión. Creo que hace un buen análisis del momento político-cultural-social del momento que vivimos. La escuela no es ajena, por supuesto, al mundo en el que desarrolla su tarea, y participa irremediablemente de sus miserias. Este verano pensaré qué hago. No te aseguro nada. Me hacen falta algunas charlas contigo y otros amigos para exponeros lo que me ronda por la cabeza, para que debatamos sobre la escuela, lo humano y lo divino, y yo me aclare un poco, si es eso posible.

¿Cómo será el curso que viene en las aulas? Es difícil el vaticinio. De momento, los grupos mixtos, que han descargado en algo la ratio habitual de las aulas, desaparecerán. Ha dicho algún político que la distancia de seguridad de metro y medio entre alumnos ya no será necesaria. Ergo, otra vez todos juntos. No obstante, ¿alguien cree que con veinte alumnos en un aula en vez de veinticinco tenemos una separación de metro y medio? ¡Qué buen chiste! Haría falta un pabellón polideportivo por aula para conseguir esa separación. El que lo ha dicho se ha quedado tan pancho. ¿A quién cree que engaña? La afirmación de que durante la pandemia ha habido esa separación entre alumnos podría estar en la esfera de las fake news o noticias falsas, de acuerdo con la definición de Brian McNair (2018): «Desinformación intencionada, invención o falsificación de hechos conocidos presentados como noticias verdaderas con propósitos políticos y/o comerciales». Sobre educación uno oye en los medios tonterías y bulos que calan en mucha gente ajena a nuestro trabajo. De las fake news no nos escapamos, ¡y las que nos esperan!

Ramón, aunque no lo parezca, ha sido un curso muy intenso para docentes y alumnos. Llegamos todos cansados a estas últimas semanas. Pienso que nos hemos ganado las vacaciones a pulso. Otra cosa es el rendimiento académico de los alumnos, que, en general, deja mucho que desear. La pandemia, los confinamientos, las teleconferencias y demás inventos sin duda han afectado negativamente a dicho rendimiento. Pero la vida sigue. C’est la vie!, que dicen los franceses.

Siempre tuyo:

Carlos Cuadrado Gómez


domingo, 23 de mayo de 2021

Una tarde con Borges

  EL POTAJE DE ESOPO 17

Resultado de imagen de esopo velazquez

Deambulación décima quinta
Una tarde con Borges

El pasado jueves, 20 de mayo de 2021, el Club de Lectura Rosa Luxemburgo de Leganés dedicó su encuentro mensual a Jorge Luis Borges, en concreto a su libro Ficciones.  Agradezco a Mari Carmen Ferreras la oportunidad que me ha dado de poder compartir con las amigas lectoras de este club la afición por los libros y, especialmente, por la obra del genial argentino. Fueron dos horas de videoconferencia que se pasaron volando. Intentaré compartir con los lectores de este blog parte de la experiencia de la tarde que pasamos con Borges y, si fuera posible, animarlos a bucear en su obra.

En un catálogo, a propósito de una exposición en Nueva York sobre Tesoros de España, escribió Borges: Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros; hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua; en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros. Jorge Luis Borges imaginaba libros de papel, pues no llegó a conocer el mundo del libro digital. En nuestro imaginario ya ha entrado el ebook, cuya convivencia con el libro de papel tiene algunos años por delante, aunque soy incapaz de calcular su cuantía. En el soporte que sea, ¡qué triste sería un mundo sin libros! Ojalá no suceda eso nunca.

Mi relación con JLB (Jorge Luis Borges) se retrotrae a cuando yo tenía veintiún años. La sana costumbre de anotar la fecha en que se compran los libros aporta datos muy interesantes sobre nuestra biografía de lectores. En mi primer volumen de Ficciones, que es la primera obra que leo de JLB, aparece un 4 de octubre de la década de los ochenta: en aquella época leí con codicia la prosa de JLB y la poesía de Vicente Aleixandre. Y ambos me han acompañado desde entonces. Acudo a ellos cuando necesito buena literatura; son un refugio para después de largas temporadas de lecturas mediocres.

Cuando JLB publica Ficciones, en 1944, todavía tenía una visión funcional, no estaba ciego. En nuestra imaginación JLB suele aparecer anciano y ciego. Gracias a YouTube, podemos ver y oír las entrevistas que le hicieron en el último tramo de su vida, por supuesto, ciego, antes de que muriera por decisión propia en Ginebra en 1986. Allí está enterrado, también por decisión propia. Quiso morir en la ciudad donde fue a vivir con su familia en 1914 y donde estudió su único y final bachillerato: JLB no tenía estudios universitarios, ni falta que le hacía. Borges perdió la vista a causa de una enfermedad degenerativa en torno a los sesenta años, siendo director de la Biblioteca Nacional de Argentina. Es conmovedor el Poema de los dones, en el que dice: Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche.

Pues bien, el vidente JLB publicó Ficciones con 45 años. El libro es un conjunto de dos prólogos, diecisiete relatos fantásticos y un puñado de notas a pie de página. En la obra de JLB todo es literatura, incluidos los prólogos y las notas a pie de página. La primera parte es de 1941: El jardín de senderos que se bifurcan; la segunda, de 1944: Artificios. Los cuentos más conocidos o famosos son: La Biblioteca de Babel; La lotería de Babilonia; Las ruinas circulares; Pierre Menard, autor del Quijote; Funes el memorioso; La muerte y la brújula; Tres versiones de Judas; y El Sur. Cito este ramillete, pero podría incluir todos. De Ficciones dijo el mismísimo Ernesto Sábato: «Una creación angustiosamente perfecta; es apenas creíble que se pueda sobrepasar ese límite».

Ciertamente, la primera vez que el lector se acerca a JLB se queda noqueado. Parece mentira que en castellano se pueda alcanzar ese nivel. La prosa narrativa de JLB es perfecta, trabada como un texto filosófico, sin nada que sobre ni que falte, “incorregible”, y sin dejar de ser narración. Pero el lector sabe que tiene una joya entre las manos y que merece la pena la aventura de sumergirse en sus páginas.

Si alguien espera una lectura que cunda, desde aquí lo desengañamos. JLB requiere calma y relectura incluso en la primera lectura de cualquiera de sus obras. Y Ficciones no es precisamente un libro fácil. Hecha esta advertencia, continuamos.

En la estructura y otros muchos aspectos de Ficciones sobrevuela el espíritu de Cervantes y el Quijote. Ficciones tiene dos partes y dos prólogos. JLB, como Cervantes, no tiene muy claras sus fuentes documentales. Es un libro de libros, reales o imaginados, que se comentan y se juzgan: la biblioteca de don Quijote, quemada en parte y en parte tapiada, alarga su larga sombra hasta la obra de JLB. La realidad y lo literario se confunden, formando una unidad existencial. Como Cervantes y don Quijote, JLB es un lector empedernido de libros de todo tipo, alejado del mundo académico, con sus particulares puntos de vista o personal hermenéutica.

En su prosa, JLB combina magistralmente largos periodos con frases escuetas. ¡Y todo encaja! Huye de los localismos y de los sinónimos gratuitos como de la peste. Es maravillosa su adjetivación. Algunos ejemplos: recuerdo limitado y menguante; la unánime noche; la intolerable lucidez del insomnio; voz pausada, resentida y nasal (Funes el memorioso); cobardía irreparable; agonía laboriosa; etc. ¿Por qué es unánime la noche? ¿Cómo no afirmar que el insomnio peca de intolerable lucidez cuando pasamos varias noches seguidas en vela? ¿No es laboriosa la agonía de las largas enfermedades, de los finales interminables en el lecho del dolor?

No hay dos estructuras iguales para comenzar una narración o para terminarla en cualquiera de los diecisiete relatos de Ficciones. Recomiendo hacer el ejercicio de leerlos y copiarlos en una tabla sinóptica. El asombro es seguro.

JLB introduce la metafísica en la literatura, como declara Bioy Casares en la revista Sur a propósito de El jardín de senderos que se bifurcan: «Literatura metafísica, satisface la necesidad de una literatura de la literatura y del pensamiento». Se tiene la sensación de que JLB inyecta temas nuevos en la literatura; aunque no sea cierto, parece que nunca antes alguien hubiera escrito literariamente sobre determinadas cuestiones. JLB escribe teniendo en cuenta la cosmogonía de su tiempo, como sucedía con los cuadros de Salvador Dalí: la física y la filosofía del siglo XX impregnan Ficciones.

El lector de Ficciones se encuentra con unos cuentos que oscilan entre el orientalismo y la literatura gauchesca, ubicados en lugares distantes del orbe: Argentina, Uruguay, la India, Irlanda, Babilonia, Inglaterra, China, Reino Unido, Suecia, Praga, etc. E inmediatamente desea comentar y discutir con otros lectores los temas que trata JLB: el universo, el tiempo, el destino humano, la existencia como laberinto, predestinación vs. libertad, las minusvalías físicas, las interferencias de la fantasía y la realidad, el conocimiento…

Terminamos "la tarde con Borges" comentando Funes el memorioso. Funes es un personaje extraordinario que, a raíz de un accidente de caballo, se queda paralítico, pero desarrolla una hiperbólica memoria. Por ejemplo, con un diccionario y un par de libros, el Gradus ad Parnassum de Quicherat y la Naturalis historia de Plinio, aprende perfectamente latín en unos días: algo deseable, pero imposible, para los mortales de carne y hueso.

La hipérbole afecta también a su capacidad sensorial, asociada a su memoria: Funes discernía continuamente los tranquilos avances de la corrupción, de las caries, de la fatiga. Notaba los progresos de la muerte, de la humedad. Era el solitario y lúcido espectador de un mundo multiforme, instantáneo y casi intolerablemente preciso. Sin embargo, esa descomunal memoria le resta capacidad de pensar: Funes era casi incapaz de ideas generales, platónicas, pues, según JLB, pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer, y, en el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles, casi inmediatos. Fascinante, ¿no es cierto?

El Funes de la voz pausada, resentida y nasal nos deja descolocados, pensando en multitud de cosas, casi agradecidos de vivir con una memoria mediana o normal, temerosos de caer en un pozo de implacable memoria, con la exclamación en la boca de ¡Bendito olvido! Y así podríamos comentar hasta el infinito cada uno de los cuentos.

Quisiera terminar con una frase de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, quizás el cuento más críptico del conjunto. Me parece magnífica y me hubiera gustado haberla escrito yo, pero no creo que esté a mi alcance una frase de tal factura. He conseguido memorizarla y, venga o no a cuento, la suelto con ocasión de las malas noticias que abundan a causa de la vileza de bastantes seres humanos, demasiados:

Entonces Bioy Casares recordó que uno de los heresiarcas de Uqbar había declarado que los espejos y la cópula son abominables, porque multiplican el número de los hombres.

Carlos Cuadrado Gómez

Leganés, 23 de mayo de 2021