CARTAS A RAMÓN
Quinta carta
1 de junio de 2021
Querido Ramón:
Sin querer queriendo, como decía el
Chavo del Ocho, nos hemos plantado en junio, a pocas semanas del final de
curso. No quisiera que está fuera la última carta de este enmascarillado
curso escolar, sino la penúltima. Ya veremos.
En estos momentos, a pocos días vista de
la evaluación final, en el magisterio hay un enorme revoltijo y desasosiego con
la segunda dosis de la vacuna del coronavirus. No me extraña. Se pusieron
vacunas de una “marca”; resulta que la “marca” ha dado problemas a algunas
personas —por ella algunos la han palmado en Europa—; se ofrecen otras “marcas”, pero la
gente no se fía, por aquello de que las mezclas no suelen ser buenas —quien
haya salido de parranda lo sabe bien—; si se quiere la “marca” de la primera
dosis, hay que firmar un documento que, en resumidas cuentas, viene a decir
que, si te quedas tonto de por vida o te mueres por la vacuna, tú cargas con
las consecuencias. Señores del gobierno, comprendan que así no se hacen las
cosas. Y no nos consuela que otros tampoco den pie con bola. Posiblemente, este
batiburrillo tiene su origen en que no se disponen de vacunas de la primera
“marca” porque se salió tarifando con la farmacéutica que las fabricaba, y,
sinceramente, las autoridades no saben qué hacer. Comprenderás, Ramón, que no
son buenas condiciones psicológicas para afrontar el arreón final.
La gente dice: ¡Si no te queda nada, si
ya estás con un pie en la playa! Pero los que conocemos esto por dentro sabemos
que esa nada tiene mucha guasa y puede hacerse muy larga.
Me he puesto a leer y estudiar la última
ley de educación, la que se publicó en el BOE del 30 de diciembre de 2020. La
ley dice que de la LOMCE, o ley Wert, de 2013, mejor no hablar, ni siquiera se
molestan en modificar una línea de su articulado. La actual, como pasaba con la
LOMCE, sólo consta de un artículo (Artículo Único) que modifica la Ley Orgánica
2/2006, de tres de mayo, de Educación: la LOE (la de Zapatero). Así que aquí me
tienes con tres documentos abiertos encima de la mesa: la actual ley en el
ordenador y las otras dos en papel. Voy artículo a artículo —el Cholo Simeone
va partido a partido— viendo qué se cambia, qué se añade, qué se redacta de
nuevo. Si Wert me pareció un chapuzas, Celaá también me lo parece. De momento,
Ramón, he leído del Preámbulo y los primeros artículos. Me llama la atención la
palabra inclusión, escrita a discreción, en demasía, igual que Wert
empleaba el espíritu emprendedor. ¿Es que educamos a los niños para que
sean ciudadanos apocados y sumisos como corderos? ¿Es que la ley de educación
de un país democrático puede excluir a nadie por el motivo que sea?
Ambas acciones serían inconstitucionales y antidemocráticas, aparte de
perversas. No me quiero extender en esta cuestión. Baste decir que voy a
fotocopiarme el actual texto legal para no quedarme más ciego de lo que estoy.
Voy tomando notas a troche y moche, y con un subrayado en el texto en papel
iría bien servido y todo sería más rápido. Cuando termine la lectura y el
estudio me explicaré.
He concluido Morderse la lengua
de Darío Villanueva, anterior director de la RAE: un ensayo de gran calidad
sobre la corrección política, la posverdad y el lenguaje. Me ha hecho pensar en
ese posible ensayo sobre la escuela despistada, que me planteo escribir.
Me ha dado bastantes ideas y pistas por donde hilar la reflexión. Creo que hace
un buen análisis del momento político-cultural-social del momento que vivimos.
La escuela no es ajena, por supuesto, al mundo en el que desarrolla su tarea, y
participa irremediablemente de sus miserias. Este verano pensaré qué hago. No
te aseguro nada. Me hacen falta algunas charlas contigo y otros amigos para
exponeros lo que me ronda por la cabeza, para que debatamos sobre la escuela,
lo humano y lo divino, y yo me aclare un poco, si es eso posible.
¿Cómo será el curso que viene en las
aulas? Es difícil el vaticinio. De momento, los grupos mixtos, que han
descargado en algo la ratio habitual de las aulas, desaparecerán. Ha dicho
algún político que la distancia de seguridad de metro y medio entre alumnos ya
no será necesaria. Ergo, otra vez todos juntos. No obstante, ¿alguien cree que
con veinte alumnos en un aula en vez de veinticinco tenemos una separación de
metro y medio? ¡Qué buen chiste! Haría falta un pabellón polideportivo por aula
para conseguir esa separación. El que lo ha dicho se ha quedado tan pancho. ¿A quién cree
que engaña? La afirmación de que durante la pandemia ha habido esa separación
entre alumnos podría estar en la esfera de las fake news o noticias
falsas, de acuerdo con la definición de Brian McNair (2018): «Desinformación
intencionada, invención o falsificación de hechos conocidos presentados como
noticias verdaderas con propósitos políticos y/o comerciales». Sobre educación
uno oye en los medios tonterías y bulos que calan en mucha gente ajena a nuestro
trabajo. De las fake news no nos escapamos, ¡y las que nos esperan!
Ramón, aunque no lo parezca, ha sido un
curso muy intenso para docentes y alumnos. Llegamos todos cansados a estas
últimas semanas. Pienso que nos hemos ganado las vacaciones a pulso. Otra cosa
es el rendimiento académico de los alumnos, que, en general, deja mucho que
desear. La pandemia, los confinamientos, las teleconferencias y demás inventos
sin duda han afectado negativamente a dicho rendimiento. Pero la vida sigue.
C’est la vie!, que dicen los franceses.
Siempre tuyo:
Carlos
Cuadrado Gómez
Buenos días Carlos
ResponderEliminarHe disfrutado mucho de esta nueva entrega. Pones por escrito muchos de nuestros temores y pesares.
Un abrazo
Cristina
Querido Carlos:
ResponderEliminarEntiendo perfectamente las inquietudes y dudas que reflejas en esta carta. ¿Para cuándo un gran pacto de Estado que suponga una Ley de Educación meditada, consensuada y duradera? Se necesita desde hace mucho tiempo; a las pruebas me remito. Y este consenso, en mi opinión, debería aplicarse a otras esferas de nuestra vida política y social. Ya se sabe aquello de que "a río revuelto..."
Espero que tengamos pronto oportunidad de hablar sobre ese nuevo ensayo que ronda tu cabeza. Y también de lo divino y lo humano.
Ya queda poco para el más que merecido descanso de este completamente atípico curso escolar. Hasta entonces, ánimo y sentido del humor.
Un abrazo.
Ramón.