LOMLOE (1)
Ley Orgánica
3/2020 de 29 de diciembre,
por la que se modifica la Ley Orgánica, de 3 de mayo, de Educación
(Ley Orgánica
de Modificación de la LOE)
Exige un gran esfuerzo articulatorio el
acrónimo de la nueva ley de educación, la LOMLOE, Ley Orgánica de Modificación
de la LOE, que fue la ley Zapatero. La actual es la “ley Celaá”, puesto que la
ministra de Educación en el momento de aprobar la ley, a dos días de la Nochevieja
de 2020 y tres meses antes del confinamiento por el coronavirus, y en el
momento presente es Isabel Celaá Diéguez.
Lo primero que sorprende es que no se
modifica la anterior ley de educación, la LOMCE de 2013 (Ley Wert), sino la LOE
de 2006. En el prólogo de la nueva ley la LOMCE es despachada con varios
comentarios negativos, pues «representó una ruptura del equilibrio que se había
alcanzado en la LOE entre visiones y planteamientos acerca de la educación que
deben necesariamente convivir en un sistema democrático y plural». En la única
disposición derogatoria, se deroga la LOMCE y «cuantas disposiciones de igual o
inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente ley». No soy yo
precisamente un defensor de la LOMCE ni de Wert, tipo de sonrisa dentona y siniestra
—en 2014 (29 y 31 de agosto) y en 2015 (11 de marzo) hice varias entradas en
este blog, que pueden consultarse—, pero ignorar de un plumazo lo que ha
sucedido en estos últimos siete años me parece un desacierto.
Ciertamente no ha mejorado la educación en este tiempo, pero esta actitud
augura corta vida a la LOMLOE: cuando gane las elecciones la bancada de la
oposición, será derogada sin piedad. La LOMLOE está formulada con el mismo
consenso político con el que se formuló la LOMCE: ¡ninguno!
En los preámbulos de todas las leyes
educativas nos encontramos con una letanía de bondades que las leyes en
cuestión supondrán para el futuro de los ciudadanos que se eduquen bajo su
paraguas. La ley actual subraya los principios de calidad y equidad que aportó
la LOE y que ella misma recoge y amplifica. ¿Alguna ley puede ser contraria a
tales principios? La LOMCE no se quedaba atrás, decía, por ejemplo, que «como
nunca hasta ahora la educación ha tenido la posibilidad de ser un elemento tan
determinante de la equidad y el bienestar social»; o que «la escuela, y en
especial la escuela pública, han encontrado su principal razón de ser en la
lucha contra la inevitabilidad de las situaciones de injusticia o de
degradación que han ido acaeciendo en cada momento de su historia». LOMCE y
LOMLOE hacen hincapié en el principio de inclusión y comparten estilísticamente
el desdoblamiento del masculino y femenino (alumnos y alumnas), con algunas
incongruencias en esa norma morfológica que ambas siguen. ¿Por qué la Jefe de
Estudios y no la Jefa de Estudios, si Jefa es correctísimo?, por decir algo. El
comentario lingüístico lo abordaré otro día.
Dejemos, pues, los preámbulos al margen,
pues la fantasía campa en ellos a sus anchas, y vayamos al grano.
Aviso al lector de que, como maestro de
Educación Infantil y Educación Primaria, lo que se refiere a estas etapas me
afecta directamente y son de las que puedo tener un conocimiento inmediato. La
ley engloba muchos aspectos de la educación, consume 86 páginas del BOE del 30
de diciembre de 2020, por lo que reseñaré sólo los aspectos que me parecen más
destacables para abrir boca.
Puesto que se reforma la LOE y la LOMCE
se deroga, en muchas cuestiones “volvemos” a lo que había antes de la LOMCE,
con algunos matices. A cada paso, por no ser fatigoso, no avisaré de que en esto
“volvemos”, en aquello “seguimos igual”, esto es completamente “nuevo”.
La ley tiene un único artículo:
«Modificación de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación».
En las introducciones y objetivos cada
etapa educativa, se insiste en la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto
a la diversidad de todo tipo, en el desarrollo sostenible y en evitar cualquier
tipo de violencia y discriminación. La informática está omnipresente: hay que
dominarla en los tiempos que corren. La ley asume los planteamientos de la
Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en lo relativo a la educación.
La educación básica, que constitucionalmente
es obligatoria, comprende la educación primaria, la ESO y los ciclos formativos
de grado básico: de los 6 a los 16 años. Aunque se promueva la gratuidad desde
los poderes públicos, el segundo ciclo de educación infantil (de 3 a 6 años)
continúa quedando fuera de la enseñanza básica. Si la familia no quiere, un
niño no va al colegio hasta los 6 años. El sistema permite cursar la enseñanza
básica hasta los 18 años, puesto que se puede repetir curso dos veces, una en
primaria y otra en la ESO, como en las leyes anteriores.
En la educación infantil no percibo
diferencias significativas, más allá del habitual repertorio de buenas
intenciones.
En la educación primaria, volvemos a la
unidad temporal del ciclo de dos años, pero no me queda claro si se puede
repetir también en los cursos impares, como permitía la LOMCE. En el artículo
20, dedicado a la evaluación, se dice: «Si en algún caso [...] se considera que debe permanecer un año
más en el mismo curso, se organizará un plan de refuerzo [...]». Entiendo que será posible en todos los cursos sin tener
que pedir permiso a las instancias más altas del Estado, pero no estoy seguro.
Cabe la posibilidad de que el
“Conocimiento del Medio natural, social y cultural”, no se desdoble en dos
asignaturas (Sociales y Naturales). Dicho desdoble no me parece correcto ni
adecuado para los alumnos de primaria. Deduzco que puede no desdoblarse porque
se dice (Art. 18) que «se podrá desdoblar en Ciencias de la Naturaleza y
Ciencias Sociales». Por lo tanto, si se puede desdoblar, se puede no desdoblar.
A ver “qué mandan” las editoriales.
En 5.º o en 6.º se cursará la asignatura
de “Educación en Valores cívicos y éticos”, algo parecido a la “Educación para
la ciudadanía” de la LOE.
Las pruebas externas (evaluación de
diagnóstico) se harán en 4.º.
La ESO continúa con sus cuatro cursos
como cuatro soles. Se pueden ofertar algunas materias optativas que se ventilarán
(“podrán configurarse”) con «un trabajo monográfico o un proyecto
interdisciplinar o de colaboración con un servicio a la comunidad». Me compadezco
de los centros de secundaria cuando se pongan a organizar tan ingente cantidad
de asignaturas, opciones, programas, pruebas, etc. ¡Pobrecitos!
A 4.º de la ESO está dedicado íntegro el
capítulo 25. Vuelven los programas de diversificación curricular, lo que la
LOMCE llamaba “Programas de mejora del aprendizaje y del rendimiento”: algo
parecido, pero no idéntico.
En 2.º de la ESO se harán las pruebas
externas (evaluación de diagnóstico).
En algún momento de la ESO se cursará,
como en el tercer ciclo de primaria, “Educación en Valores cívicos y éticos”.
Se crean unos “Ciclos formativos de
grado básico” (educación básica, recuérdese), para «evitar la segregación del
alumnado por razones socioeconómica o de otra naturaleza». Si se superan, se
consigue el Graduado en ESO. En la LOE eran los “Programas de cualificación
profesional inicial” y en la LOMCE, “Ciclo de Formación Profesional Básica”.
Pasemos al Bachillerato. Habrá cuatro
modalidades: Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias Sociales; Artes; y
General. No se aclara en qué consistirá ese “General”. Habrá que esperar a los
decretos que lo desarrollen.
Se puede conseguir el Título de
Bachiller con una suspensa, «siempre que en ella no se haya producido una
inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los
objetivos y competencias vinculados a este título».
La formación profesional tendrá, como
ahora, una organización modular y comprenderá los ciclos formativos de grado
básico, grado medio, grado superior y cursos de especialización. Con esta nota
me parece suficiente, dadas mis limitaciones e ignorancia: para mí, la
formación profesional es un mundo complejo y desconocido, aunque considero que
es uno de los pilares de nuestro sistema educativo, quizás el más abandonado por
los poderes públicos.
En cuanto a la organización y gestión de
los centros, se mantiene el sistema de selección del director, como quedó
fijado por la LOCE de Aznar y asumió la LOE de Zapatero. El consejo escolar del
colegio vuelve a aprobar el presupuesto del centro, una atribución que la LOMCE
le había sustraído; también aprueba y evalúa la programación general anual,
«sin perjuicio de las competencias del claustro».
Se crea la figura del “coordinador de
bienestar y protección”, para atajar los problemas de «acoso escolar,
ciberacoso, violencia de género y cualquier otra manifestación de violencia».
Sigue habiendo clase de Religión, aunque
no he visto —puede ser que he llegado mareado a la disposición adicional
segunda— la nomenclatura de la asignatura alternativa. Me llama la atención la
siguiente novedad: «se podrá establecer la enseñanza no confesional de cultura
de las religiones». ¿Quién daría esta asignatura y cómo? En cualquier caso, el
redactor de la ley se cura en salud con ese futuro hipotético: “se podrá”. O
sea, que vaya usted a saber.
Hasta aquí este primer repaso o
acercamiento a la LOMLOE. En sucesivas entradas iré comentando aspectos
concretos, como la coeducación y los conciertos económicos con centros
privados, los alumnos con necesidades educativas especiales, la enseñanza en el
medio rural, etc.
La ley ahora tiene que desarrollarse en
decretos del gobierno central y en la legislación correspondiente de cada
comunidad autónoma. En los próximos cursos nos veremos otra vez modificando el
proyecto educativo de centro, las programaciones generales, las programaciones
didácticas, los estándares de evaluación, entre otros elementos de la montonera
de documentación ad hoc. ¿Saben ustedes la pérdida de tiempo que eso supone
para el profesorado, una documentación tan voluminosa y provisional que no me
extraña que nadie lea? He perdido la cuenta de las veces que he tenido que rehacer
esos documentos a matacaballo en mi vida profesional, y, sinceramente, para
nada. ¡Qué hartura! Somos funcionarios y hay que saber hacerlo, son órdenes de
arriba, pero esto no es serio. ¡Cuántos documentos que no se leen y que acaban
en la papelera, física o digital! Mi queja es amarga como una aceituna silvestre.
¡Otra vez esta pesadilla recurrente!
En fin, amigos del blog, volveré con
nuevas entradas sobre la LOMLOE. Como aperitivo, vaya lo dicho.
Carlos
Cuadrado Gómez
Leganés, 20 de
junio de 2021
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