martes, 22 de junio de 2021

LOMLOE (1)

 

LOMLOE (1)

Ley Orgánica 3/2020 de 29 de diciembre,
por la que se modifica la Ley Orgánica, de 3 de mayo, de Educación

(Ley Orgánica de Modificación de la LOE)

 

Exige un gran esfuerzo articulatorio el acrónimo de la nueva ley de educación, la LOMLOE, Ley Orgánica de Modificación de la LOE, que fue la ley Zapatero. La actual es la “ley Celaá”, puesto que la ministra de Educación en el momento de aprobar la ley, a dos días de la Nochevieja de 2020 y tres meses antes del confinamiento por el coronavirus, y en el momento presente es Isabel Celaá Diéguez.

Lo primero que sorprende es que no se modifica la anterior ley de educación, la LOMCE de 2013 (Ley Wert), sino la LOE de 2006. En el prólogo de la nueva ley la LOMCE es despachada con varios comentarios negativos, pues «representó una ruptura del equilibrio que se había alcanzado en la LOE entre visiones y planteamientos acerca de la educación que deben necesariamente convivir en un sistema democrático y plural». En la única disposición derogatoria, se deroga la LOMCE y «cuantas disposiciones de igual o inferior rango se opongan a lo dispuesto en la presente ley». No soy yo precisamente un defensor de la LOMCE ni de Wert, tipo de sonrisa dentona y siniestra —en 2014 (29 y 31 de agosto) y en 2015 (11 de marzo) hice varias entradas en este blog, que pueden consultarse—, pero ignorar de un plumazo lo que ha sucedido en estos últimos siete años me parece un desacierto. Ciertamente no ha mejorado la educación en este tiempo, pero esta actitud augura corta vida a la LOMLOE: cuando gane las elecciones la bancada de la oposición, será derogada sin piedad. La LOMLOE está formulada con el mismo consenso político con el que se formuló la LOMCE: ¡ninguno!

En los preámbulos de todas las leyes educativas nos encontramos con una letanía de bondades que las leyes en cuestión supondrán para el futuro de los ciudadanos que se eduquen bajo su paraguas. La ley actual subraya los principios de calidad y equidad que aportó la LOE y que ella misma recoge y amplifica. ¿Alguna ley puede ser contraria a tales principios? La LOMCE no se quedaba atrás, decía, por ejemplo, que «como nunca hasta ahora la educación ha tenido la posibilidad de ser un elemento tan determinante de la equidad y el bienestar social»; o que «la escuela, y en especial la escuela pública, han encontrado su principal razón de ser en la lucha contra la inevitabilidad de las situaciones de injusticia o de degradación que han ido acaeciendo en cada momento de su historia». LOMCE y LOMLOE hacen hincapié en el principio de inclusión y comparten estilísticamente el desdoblamiento del masculino y femenino (alumnos y alumnas), con algunas incongruencias en esa norma morfológica que ambas siguen. ¿Por qué la Jefe de Estudios y no la Jefa de Estudios, si Jefa es correctísimo?, por decir algo. El comentario lingüístico lo abordaré otro día.

Dejemos, pues, los preámbulos al margen, pues la fantasía campa en ellos a sus anchas, y vayamos al grano.

Aviso al lector de que, como maestro de Educación Infantil y Educación Primaria, lo que se refiere a estas etapas me afecta directamente y son de las que puedo tener un conocimiento inmediato. La ley engloba muchos aspectos de la educación, consume 86 páginas del BOE del 30 de diciembre de 2020, por lo que reseñaré sólo los aspectos que me parecen más destacables para abrir boca.

Puesto que se reforma la LOE y la LOMCE se deroga, en muchas cuestiones “volvemos” a lo que había antes de la LOMCE, con algunos matices. A cada paso, por no ser fatigoso, no avisaré de que en esto “volvemos”, en aquello “seguimos igual”, esto es completamente “nuevo”.

La ley tiene un único artículo: «Modificación de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación».

En las introducciones y objetivos cada etapa educativa, se insiste en la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto a la diversidad de todo tipo, en el desarrollo sostenible y en evitar cualquier tipo de violencia y discriminación. La informática está omnipresente: hay que dominarla en los tiempos que corren. La ley asume los planteamientos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en lo relativo a la educación.

La educación básica, que constitucionalmente es obligatoria, comprende la educación primaria, la ESO y los ciclos formativos de grado básico: de los 6 a los 16 años. Aunque se promueva la gratuidad desde los poderes públicos, el segundo ciclo de educación infantil (de 3 a 6 años) continúa quedando fuera de la enseñanza básica. Si la familia no quiere, un niño no va al colegio hasta los 6 años. El sistema permite cursar la enseñanza básica hasta los 18 años, puesto que se puede repetir curso dos veces, una en primaria y otra en la ESO, como en las leyes anteriores.

En la educación infantil no percibo diferencias significativas, más allá del habitual repertorio de buenas intenciones.

En la educación primaria, volvemos a la unidad temporal del ciclo de dos años, pero no me queda claro si se puede repetir también en los cursos impares, como permitía la LOMCE. En el artículo 20, dedicado a la evaluación, se dice: «Si en algún caso [...] se considera que debe permanecer un año más en el mismo curso, se organizará un plan de refuerzo [...]». Entiendo que será posible en todos los cursos sin tener que pedir permiso a las instancias más altas del Estado, pero no estoy seguro.

Cabe la posibilidad de que el “Conocimiento del Medio natural, social y cultural”, no se desdoble en dos asignaturas (Sociales y Naturales). Dicho desdoble no me parece correcto ni adecuado para los alumnos de primaria. Deduzco que puede no desdoblarse porque se dice (Art. 18) que «se podrá desdoblar en Ciencias de la Naturaleza y Ciencias Sociales». Por lo tanto, si se puede desdoblar, se puede no desdoblar. A ver “qué mandan” las editoriales.

En 5.º o en 6.º se cursará la asignatura de “Educación en Valores cívicos y éticos”, algo parecido a la “Educación para la ciudadanía” de la LOE.

Las pruebas externas (evaluación de diagnóstico) se harán en 4.º.

La ESO continúa con sus cuatro cursos como cuatro soles. Se pueden ofertar algunas materias optativas que se ventilarán (“podrán configurarse”) con «un trabajo monográfico o un proyecto interdisciplinar o de colaboración con un servicio a la comunidad». Me compadezco de los centros de secundaria cuando se pongan a organizar tan ingente cantidad de asignaturas, opciones, programas, pruebas, etc. ¡Pobrecitos!

A 4.º de la ESO está dedicado íntegro el capítulo 25. Vuelven los programas de diversificación curricular, lo que la LOMCE llamaba “Programas de mejora del aprendizaje y del rendimiento”: algo parecido, pero no idéntico.

En 2.º de la ESO se harán las pruebas externas (evaluación de diagnóstico).

En algún momento de la ESO se cursará, como en el tercer ciclo de primaria, “Educación en Valores cívicos y éticos”.

Se crean unos “Ciclos formativos de grado básico” (educación básica, recuérdese), para «evitar la segregación del alumnado por razones socioeconómica o de otra naturaleza». Si se superan, se consigue el Graduado en ESO. En la LOE eran los “Programas de cualificación profesional inicial” y en la LOMCE, “Ciclo de Formación Profesional Básica”.

Pasemos al Bachillerato. Habrá cuatro modalidades: Ciencias y Tecnología; Humanidades y Ciencias Sociales; Artes; y General. No se aclara en qué consistirá ese “General”. Habrá que esperar a los decretos que lo desarrollen.

Se puede conseguir el Título de Bachiller con una suspensa, «siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a este título».

La formación profesional tendrá, como ahora, una organización modular y comprenderá los ciclos formativos de grado básico, grado medio, grado superior y cursos de especialización. Con esta nota me parece suficiente, dadas mis limitaciones e ignorancia: para mí, la formación profesional es un mundo complejo y desconocido, aunque considero que es uno de los pilares de nuestro sistema educativo, quizás el más abandonado por los poderes públicos.

En cuanto a la organización y gestión de los centros, se mantiene el sistema de selección del director, como quedó fijado por la LOCE de Aznar y asumió la LOE de Zapatero. El consejo escolar del colegio vuelve a aprobar el presupuesto del centro, una atribución que la LOMCE le había sustraído; también aprueba y evalúa la programación general anual, «sin perjuicio de las competencias del claustro».

Se crea la figura del “coordinador de bienestar y protección”, para atajar los problemas de «acoso escolar, ciberacoso, violencia de género y cualquier otra manifestación de violencia».

Sigue habiendo clase de Religión, aunque no he visto —puede ser que he llegado mareado a la disposición adicional segunda— la nomenclatura de la asignatura alternativa. Me llama la atención la siguiente novedad: «se podrá establecer la enseñanza no confesional de cultura de las religiones». ¿Quién daría esta asignatura y cómo? En cualquier caso, el redactor de la ley se cura en salud con ese futuro hipotético: “se podrá”. O sea, que vaya usted a saber.

Hasta aquí este primer repaso o acercamiento a la LOMLOE. En sucesivas entradas iré comentando aspectos concretos, como la coeducación y los conciertos económicos con centros privados, los alumnos con necesidades educativas especiales, la enseñanza en el medio rural, etc.

La ley ahora tiene que desarrollarse en decretos del gobierno central y en la legislación correspondiente de cada comunidad autónoma. En los próximos cursos nos veremos otra vez modificando el proyecto educativo de centro, las programaciones generales, las programaciones didácticas, los estándares de evaluación, entre otros elementos de la montonera de documentación ad hoc. ¿Saben ustedes la pérdida de tiempo que eso supone para el profesorado, una documentación tan voluminosa y provisional que no me extraña que nadie lea? He perdido la cuenta de las veces que he tenido que rehacer esos documentos a matacaballo en mi vida profesional, y, sinceramente, para nada. ¡Qué hartura! Somos funcionarios y hay que saber hacerlo, son órdenes de arriba, pero esto no es serio. ¡Cuántos documentos que no se leen y que acaban en la papelera, física o digital! Mi queja es amarga como una aceituna silvestre. ¡Otra vez esta pesadilla recurrente!

En fin, amigos del blog, volveré con nuevas entradas sobre la LOMLOE. Como aperitivo, vaya lo dicho.

Carlos Cuadrado Gómez

Leganés, 20 de junio de 2021

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