lunes, 23 de agosto de 2021

Esfera de libros

  EL POTAJE DE ESOPO 18

Resultado de imagen de esopo velazquez

Sobre libros IV
Esfera de libros

Me imagino en medio de una esfera de libros por la que pululan otras esferas más pequeñas, que, de vez en cuando, se rozan, chocan entre sí amablemente y se influyen con naturalidad. Hablamos del universo de los libros frecuentemente: la esfera es una buena representación.

Comienzo por la esfera de la novela.

Un pez de colores (Círculo Rojo, 2021) es la última novela policíaca de mi amigo Guillermo M. Schrem. Divertidísima. Es un viaje organizado en tren por España: un Orient Express por la Piel de Toro, en el que se come bien, se bebe mejor y los pasajeros se lo pasan a lo grande. Hay fantasma, uno muy educado en esta ocasión, y se resuelve el enigma de un asesinato, como en todo buen viaje en tren. A Guillermo le encaja todo a la perfección: la citas, que son abundantes, los personajes, sus manías, sus miedos, sus sinceridades. He disfrutado especialmente con el lenguaje: esa mezcla de lenguaje arcaico con lenguaje progre, que da sensación de frescura y modernidad al texto: Guillermo lo borda como nadie.

Me he llevado una pequeña decepción con El mundo es ansí de Pío Baroja, al que llego porque lo cita Josep Pla en Notes disperses. Pla conoció a Baroja en persona en Barcelona y dedica al encuentro unas páginas maravillosas. Siempre es admirable la prosa limpia y eficaz de don Pío. En esta novela nos mete en el mundo de la Revolución Rusa y las mujeres de la época: muy feminista, analiza la situación y los problemas de las mujeres de clase media/alta. La protagonista, una rusa guapa, con dinero, culta, con mucha iniciativa, se casa de segundas nupcias con un español (ella ya tiene una niña), con el que acaba en Cádiz (la señora viaja muchísimo en la novela) y del que termina divorciándose (y no me extraña). Me parece muy forzada la estructura de la novela, un ir y venir de la protagonista poco verosímil, con un final precipitado.

Con el que estoy entusiasmado es con Arthur Conan Doyle y el inspector Sherlock Holmes. Son extraordinarios. La prosa de Doyle es muy eficaz, clara, directa, ideal para la narración. He comenzado por el principio, Estudio en escarlata, y he continuado con la saga, que no he concluido, me quedan libros pendientes. Era la primera vez que leía a este señor. ¿A tus años? A mis años. El narrador ficticio es el doctor Watson: sería como si Sancho fuera quien narrara las aventuras de don Quijote. El sabueso de los Baskerville me sobrecogió, en algunos momentos pasé miedo. Doyle no baja la intensidad ni la calidad en ningún momento.

Sin embargo, me he aburrido soberanamente con Los príncipes valientes y Paseos con mi madre de Javier Pérez Andújar (Tusquets, 2007 y 2011). Qué serio, qué tristón. Me ha interesado porque refleja el mundo obrero de los años setenta del cinturón industrial de Barcelona, el mundo de los inmigrantes que fueron a Barcelona huyendo de la miseria del campo andaluz. Está bien escrito, muy correcto, muy profesional, pero plúmbeo. ¡Cuánto dato, cuánta sensación abigarrada en cada página! Me recuerda al soso de Javier Cercas. El escritor debe tener chispa, y Pérez Andújar tiene muy poquita.

Leyendo Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser de Ian Gibson, me topé con Gamiani, ou Deux nuits d’excès del francés Alfredo de Musset. Por lo visto, esta breve novela romántica causaba furor en los círculos surrealistas de Paris y, sin duda, la leyó Salvador Dalí. Es una novela erótica o pornográfica, en este caso podrían emplearse los dos adjetivos sin miedo, de altísima intensidad. Predomina el sexo entre mujeres y algunas prácticas sado-masoquistas que recuerdan a Justine del Marqués de Sade. Gamiani es un hito en el género erótico. La escritura de Musset es la clave para que la novela no aburra. Si se puede leer en francés, mejor. Pienso que traducida debe de perder mucho, pero mejor leer una traducción que no leerla.

Dalí por sí mismo constituye una esfera en mi actual universo de libros, reforzada por unas recientes vacaciones en Cadaqués, donde lo daliniano se respira en cada piedra.

En El niño secreto de los Dalí de José Ángel Montañés (Roca Editorial) se puede ver la cara de un Dalí entrañable, cercano y generoso en su relación con un niño de Cadaqués, Joan Figueras, que es el modelo del Niño Jesús de La Madona de Portlligat, donde aparece en el seno de la Virgen María-Gala. Dalí se nos muestra familiar, atento con este niño, al que trata como el hijo que nunca tuvo. La vida diaria de Dalí en verano estaba dedicada al trabajo y al contacto con la naturaleza de la Costa Brava. Joan Figueras convivía con el matrimonio Dalí por la casa de Portlligat con la libertad de un hijo.

Después de las vacaciones cadaquenses, dado que la relación entre Lorca y Dalí está en el candelero, leí Lorca-Dalí, el amor que no pudo ser de Ian Gibson. En este libro Gibson explora la relación personal de los dos artistas, que se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Gibson escribe bastantes páginas desde la perspectiva del psicoanálisis: interpreta, a veces en exceso, escritos de Lorca y cuadros de Dalí, alejándose un poco del rigor histórico. En ese sentido, me ha parecido un poco obsoleto, pero el interés de la obra es indudable.

Dalí, como él mismo decía, fue un gran escritor, con una prosa fresca, clara y eficaz, muy llamativa. Su obra principal es La vida secreta de Salvador Dalí, una autobiografía en la que se mezclan datos reales con lo que Dalí imagina que sucedía. Esa mezcla surrealista se repite en Confesiones inconfesables de Salvador Dalí, recogidas por André Parinaud. Estoy en la mitad de este libro. Es llamativo que en la época en la que se escribe Dalí hable sin tapujos de la masturbación y de sus fantasías sádico-masoquistas. Como acabo de decir, la impresión es que la realidad y lo onírico se confunden en cada línea. Es imposible que, en la vida real, a una persona le pasen tantas cosas a la vez. Creo que la experiencia vital directa, ni siquiera la de Dalí, no se ajusta a la fantasía de esta narración. Pero en el arte cualquier combinación o apariencia está permitida.

Abriré la esfera de la poesía con Primero de poeta de Patricia Benito (Penguin, 2017). Esta poetisa es amiga de la cantante Zahara. Me ha gustado el libro, los poemas tienen chispa. Patricia Benito domina el verso libre y, sin encabalgamientos ni complicaciones retóricas, con un vocabulario natural, de modo sencillo ―lo sencillo nunca es fácil―, consigue un lenguaje poético muy atractivo. La poesía de P. Benito quizás adolece del neo-romanticismo que está tan de moda y que tanto conecta con lectores jóvenes. Tanto “yo” a mí me satura un poco, sinceramente. Continuaré con Tu lado del sofá, cuyo prólogo es de Zahara.

Y de poetas viejos, a los que queda poca vida por delante, o que saben que se van a morir en breve, tengo entre manos Manual de infractores de Caballero Bonald y Animal de bosque de Joan Margarit. Ambos son Premio Cervantes y para mí, poetas excepcionales. Son poemarios de gente al final de su vida. Los dos han fallecido este año 2021.

Caballero Bonald acude a la memoria de los caminos torcidos por los que ha transitado, los trae al presente y revive las mismas sensaciones e infracciones que vivió, pero sabiendo que lo hace a modo de rendición de cuentas. Emplea sabiamente el verso libre y roto, con el que consigue el sabor de transgresión que impregna el libro.

Animal de bosque de Joan Margarit es póstumo. Lo escribió enfermo de leucemia y sabedor de que el tratamiento serviría de poco. En el tercer poema ya me arrancó una lágrima. Antes de leer, cuando cojo el libro y voy a abrirlo, siento una emoción intensa y especial. Como siempre, los poemas están escritos en catalán y rehechos en castellano por él mismo (la edición es bilingüe), pero la emoción genuina está en el poema en catalán. En Dona callada recuerda a una hija que se les murió y cuyo dolor es un compañero inseparable del poeta desde aquel momento: el poema es duro, intenso, profundo, descarnado, delicado. Es el poema de la lágrima.

Llegamos a la última esfera, la de los ensayos y libros de entretenimiento. Seré breve.

Gracias al ebook y a las páginas de descargas gratuitas, puedo acceder a la obra completa de Pla en catalán ―muchos de los libros mencionados los he leído en ebook― sin dejarme el patrimonio. Eso me permite leer permanentemente a Pla, que me acompañe en todo momento. Ahora disfruto de Notes disperses. Me lo paso a lo grande con él. Como muestra, traduzco esta sensata nota: «Cuando uno piensa que, a pesar de la enorme cantidad de imbéciles que hay en la gobernación de un país, se puede ir tirando, la sorpresa es permanente e inenarrable». Ahí queda eso.

He leído algunas novelas de Jorge Semprún, que es un escritor de altos vuelos a nivel internacional. Su lengua literaria es el francés: lo escribe deliciosamente. Estoy con Une tombe aux creux de nuages. En esta colección de conferencias y ensayos, demuestra una erudición y una lucidez fuera de lo corriente. ¡Cuánto pudo leer este hombre! Ser prisionero en un campo de exterminio nazi es una de las experiencias más determinantes de su vida, desde la cual analiza la sociedad, la construcción de Europa y la misma condición humana. ¿Existe el mal absoluto? En esta cuestión me encuentro ahora, una cuestión siempre actual, no hay más que ver un telediario.

No todo en la vida es alta literatura y pensamiento profundo, que luego pasa lo que pasa. Como me ha dado por ser motorista, estoy leyendo como un devoto Seguro en moto. Las claves de la seguridad para el motorista urbano de los hermanos Campsolinas (Editorial Omega, 2014): estoy aprendiendo un montón. Cuando salgo con la moto, pongo en práctica sus consejos. ¡Autoformación, no queda otra!

Concluyo con esta cita de Emili Teixidor: «La gente que lee libros vive más: vive su propia vida y la de los libros que lee, y por ello tiene más experiencias, más emociones, más vidas. Leer es vivir mucho más y mucho mejor. Leer no ocupa mi tiempo, leer llena y da valor a mi vida». Sin exageraciones romanticoides, esto me parece bien.

Carlos Cuadrado Gómez

23 de agosto de 2021