EL POTAJE DE ESOPO 18
Me imagino en medio de una esfera de libros por la que pululan otras esferas más pequeñas, que, de vez en cuando, se rozan, chocan entre sí amablemente y se influyen con naturalidad. Hablamos del universo de los libros frecuentemente: la esfera es una buena representación.
Comienzo por la esfera de la novela.
Un pez de colores (Círculo Rojo,
2021) es la última novela policíaca de mi amigo Guillermo M. Schrem.
Divertidísima. Es un viaje organizado en tren por España: un Orient Express por
la Piel de Toro, en el que se come bien, se bebe mejor y los pasajeros se lo
pasan a lo grande. Hay fantasma, uno muy educado en esta ocasión, y se resuelve
el enigma de un asesinato, como en todo buen viaje en tren. A Guillermo le
encaja todo a la perfección: la citas, que son abundantes, los personajes, sus
manías, sus miedos, sus sinceridades. He disfrutado especialmente con el
lenguaje: esa mezcla de lenguaje arcaico con lenguaje progre, que da sensación
de frescura y modernidad al texto: Guillermo lo borda como nadie.
Me he llevado una pequeña decepción con El
mundo es ansí de Pío Baroja, al que llego porque lo cita Josep Pla en Notes
disperses. Pla conoció a Baroja en persona en Barcelona y dedica al
encuentro unas páginas maravillosas. Siempre es admirable la prosa limpia y
eficaz de don Pío. En esta novela nos mete en el mundo de la Revolución Rusa y
las mujeres de la época: muy feminista, analiza la situación y los problemas de
las mujeres de clase media/alta. La protagonista, una rusa guapa, con dinero,
culta, con mucha iniciativa, se casa de segundas nupcias con un español (ella
ya tiene una niña), con el que acaba en Cádiz (la señora viaja muchísimo en la novela) y del
que termina divorciándose (y no me extraña). Me parece muy forzada la
estructura de la novela, un ir y venir de la protagonista poco verosímil, con
un final precipitado.
Con el que estoy entusiasmado es con
Arthur Conan Doyle y el inspector Sherlock Holmes. Son extraordinarios. La prosa
de Doyle es muy eficaz, clara, directa, ideal para la narración. He comenzado
por el principio, Estudio en escarlata, y he continuado con la saga, que
no he concluido, me quedan libros pendientes. Era la primera vez que leía a este
señor. ¿A tus años? A mis años. El narrador ficticio es el doctor Watson: sería como si Sancho fuera quien narrara las
aventuras de don Quijote. El sabueso de los Baskerville me sobrecogió,
en algunos momentos pasé miedo. Doyle no baja la intensidad ni la calidad en
ningún momento.
Sin embargo, me he aburrido
soberanamente con Los príncipes valientes y Paseos con mi madre de
Javier Pérez Andújar (Tusquets, 2007 y 2011). Qué serio, qué tristón. Me ha
interesado porque refleja el mundo obrero de los años setenta del cinturón
industrial de Barcelona, el mundo de los inmigrantes que fueron a Barcelona
huyendo de la miseria del campo andaluz. Está bien escrito, muy correcto, muy
profesional, pero plúmbeo. ¡Cuánto dato, cuánta sensación abigarrada en cada
página! Me recuerda al soso de Javier Cercas. El escritor debe tener chispa, y
Pérez Andújar tiene muy poquita.
Leyendo Lorca-Dalí, el amor que no
pudo ser de Ian Gibson, me topé con Gamiani, ou Deux nuits d’excès
del francés Alfredo de Musset. Por lo visto, esta breve novela romántica causaba furor
en los círculos surrealistas de Paris y, sin duda, la leyó Salvador Dalí. Es
una novela erótica o pornográfica, en este caso podrían emplearse los dos
adjetivos sin miedo, de altísima intensidad. Predomina el sexo entre mujeres y
algunas prácticas sado-masoquistas que recuerdan a Justine del Marqués de
Sade. Gamiani es un hito en el género erótico. La escritura de Musset es
la clave para que la novela no aburra. Si se puede leer en francés, mejor. Pienso
que traducida debe de perder mucho, pero mejor leer una traducción que no
leerla.
Dalí por sí mismo constituye una esfera
en mi actual universo de libros, reforzada por unas recientes vacaciones en
Cadaqués, donde lo daliniano se respira en cada piedra.
En El niño secreto de los Dalí de
José Ángel Montañés (Roca Editorial) se puede ver la cara de un Dalí
entrañable, cercano y generoso en su relación con un niño de Cadaqués, Joan
Figueras, que es el modelo del Niño Jesús de La Madona de Portlligat, donde
aparece en el seno de la Virgen María-Gala. Dalí se nos muestra familiar,
atento con este niño, al que trata como el hijo que nunca tuvo. La vida diaria
de Dalí en verano estaba dedicada al trabajo y al contacto con la
naturaleza de la Costa Brava. Joan Figueras convivía con el matrimonio Dalí por
la casa de Portlligat con la libertad de un hijo.
Después de las vacaciones cadaquenses, dado que la
relación entre Lorca y Dalí está en el candelero, leí Lorca-Dalí, el amor
que no pudo ser de Ian Gibson. En este libro Gibson explora la relación
personal de los dos artistas, que se conocieron en la Residencia de Estudiantes
de Madrid. Gibson escribe bastantes páginas desde la perspectiva del
psicoanálisis: interpreta, a veces en exceso, escritos de Lorca y cuadros de Dalí,
alejándose un poco del rigor histórico. En ese sentido, me ha parecido un poco
obsoleto, pero el interés de la obra es indudable.
Dalí, como él mismo decía, fue un gran
escritor, con una prosa fresca, clara y eficaz, muy llamativa. Su obra principal
es La vida secreta de Salvador Dalí, una autobiografía en la que se
mezclan datos reales con lo que Dalí imagina que sucedía. Esa mezcla
surrealista se repite en Confesiones inconfesables de Salvador Dalí, recogidas
por André Parinaud. Estoy en la mitad de este libro. Es llamativo que en la
época en la que se escribe Dalí hable sin tapujos de la masturbación y de sus
fantasías sádico-masoquistas. Como acabo de decir, la impresión es que la
realidad y lo onírico se confunden en cada línea. Es imposible que, en la vida
real, a una persona le pasen tantas cosas a la vez. Creo que la experiencia
vital directa, ni siquiera la de Dalí, no se ajusta a la fantasía de esta
narración. Pero en el arte cualquier combinación o apariencia está permitida.
Abriré la esfera de la poesía con Primero
de poeta de Patricia Benito (Penguin, 2017). Esta poetisa es amiga de la
cantante Zahara. Me ha gustado el libro, los poemas tienen chispa. Patricia
Benito domina el verso libre y, sin encabalgamientos ni complicaciones
retóricas, con un vocabulario natural, de modo sencillo ―lo sencillo nunca es
fácil―, consigue un lenguaje poético muy atractivo. La poesía de P. Benito
quizás adolece del neo-romanticismo que está tan de moda y que tanto conecta
con lectores jóvenes. Tanto “yo” a mí me satura un poco, sinceramente.
Continuaré con Tu lado del sofá, cuyo prólogo es de Zahara.
Y de poetas viejos, a los que queda poca
vida por delante, o que saben que se van a morir en breve, tengo entre manos Manual
de infractores de Caballero Bonald y Animal de bosque de Joan
Margarit. Ambos son Premio Cervantes y para mí, poetas excepcionales. Son
poemarios de gente al final de su vida. Los dos han fallecido este año 2021.
Caballero Bonald acude a la memoria de los caminos torcidos por los que ha transitado, los trae
al presente y revive las mismas sensaciones e infracciones que vivió, pero
sabiendo que lo hace a modo de rendición de cuentas. Emplea sabiamente el verso
libre y roto, con el que consigue el sabor de transgresión que impregna el
libro.
Animal de bosque de Joan
Margarit es póstumo. Lo escribió enfermo de leucemia y sabedor de que el
tratamiento serviría de poco. En el tercer poema ya me arrancó una lágrima.
Antes de leer, cuando cojo el libro y voy a abrirlo, siento una emoción intensa
y especial. Como siempre, los poemas están escritos en catalán y rehechos en
castellano por él mismo (la edición es bilingüe), pero la emoción genuina está
en el poema en catalán. En Dona callada recuerda a una hija que se les
murió y cuyo dolor es un compañero inseparable del poeta desde aquel momento:
el poema es duro, intenso, profundo, descarnado, delicado. Es el poema de la
lágrima.
Llegamos a la última esfera, la de los
ensayos y libros de entretenimiento. Seré breve.
Gracias al ebook y a las páginas de
descargas gratuitas, puedo acceder a la obra completa de Pla en catalán ―muchos
de los libros mencionados los he leído en ebook― sin dejarme el patrimonio. Eso me
permite leer permanentemente a Pla, que me acompañe en todo momento. Ahora disfruto
de Notes disperses. Me lo paso a lo grande con él. Como muestra, traduzco esta sensata
nota: «Cuando uno piensa que, a pesar de la enorme cantidad de imbéciles que
hay en la gobernación de un país, se puede ir tirando, la sorpresa es
permanente e inenarrable». Ahí queda eso.
He leído algunas novelas de Jorge
Semprún, que es un escritor de altos vuelos a nivel internacional. Su lengua
literaria es el francés: lo escribe deliciosamente. Estoy con Une tombe aux
creux de nuages. En esta colección de conferencias y ensayos, demuestra una
erudición y una lucidez fuera de lo corriente. ¡Cuánto pudo leer este hombre! Ser
prisionero en un campo de exterminio nazi es una de las experiencias más determinantes
de su vida, desde la cual analiza la sociedad, la construcción de Europa y la
misma condición humana. ¿Existe el mal absoluto? En esta cuestión me encuentro
ahora, una cuestión siempre actual, no hay más que ver un telediario.
No todo en la vida es alta literatura y
pensamiento profundo, que luego pasa lo que pasa. Como me ha dado por ser
motorista, estoy leyendo como un devoto Seguro en moto. Las claves de la
seguridad para el motorista urbano de los hermanos Campsolinas (Editorial
Omega, 2014): estoy aprendiendo un montón. Cuando salgo con la moto, pongo en
práctica sus consejos. ¡Autoformación, no queda otra!
Concluyo con esta cita de Emili
Teixidor: «La gente que lee libros vive más: vive su propia vida y la de los
libros que lee, y por ello tiene más experiencias, más emociones, más vidas.
Leer es vivir mucho más y mucho mejor. Leer no ocupa mi tiempo, leer llena y da
valor a mi vida». Sin exageraciones romanticoides, esto me parece bien.
Carlos
Cuadrado Gómez
23 de agosto
de 2021