CARTAS A RAMÓN
Tercera carta
17 de enero de 2021
Querido
Ramón:
Cuando pasen los años, pongamos cuatro
lustros, y se resuman estos tiempos, se dirá: "Continuaba la pandemia en alza y
hubo una gran nevada que paralizó Madrid y parte de España, con gran quiebra de
la salud y la economía de los españoles". Y con eso quedará despachado este
periodo. Pero para los que estamos viviéndolo en directo suceden muchísimas
cosas cada día, nos despertamos todas las mañanas con novedades, novedades malas.
Los días después de Reyes, jueves siete
y viernes ocho, cayó literalmente la nevada del siglo. En Madrid capital y
provincia superamos de largo el medio metro. Y, después de la gran nevada, ha
venido la gran helada. Con temperaturas de ‒10º, grado arriba, grado abajo, la
nieve se ha helado y las ciudades y pueblos son peligrosas pistas de hielo, con
lo cual el mundo se ha parado y los colegios se han cerrado hasta nuevo aviso.
Realmente no se ha podido circular por carreteras y calles. Ahora, con el paso
de los días, va habiendo carreteras abiertas y caminillos por las aceras por
donde pasar “a pie enjuto”, como cruzó Moisés con los israelitas en Mar Rojo.
La hecatombe es de proporciones bíblicas, de ahí la comparación, pues además los casos
de coronavirus se han disparado a niveles preocupantes, de modo que se habla de
un nuevo confinamiento como en marzo de 2020.
¿Qué pasa con la escuela en mitad de
este fregado? Al menos en la Comunidad de Madrid, las autoridades educativas, con
un cuentagotas informativo, han ido demorando el comienzo de las clases
presenciales: del lunes 11 al miércoles 13; del miércoles 13 al lunes 18; del
lunes 18 al miércoles 20. Imagina la cantidad de comunicados que estamos enviando
a las familias. ¿La vuelta definitiva será el 20? Sinceramente, nadie puede
asegurarlo. Dicen los meteorólogos que el miércoles llegan las lluvias, y con
las lluvias un aumento de las temperaturas y, espero, agua sobre la nieve
helada, cosa que ayudará al deshielo. Pero, tal como están sucediendo las cosas
últimamente, otras desgracias pueden acompañar al agua del cielo. Nadie se fía ya,
todo el mundo anda sobre aviso.
Durante esta semana pasada y hasta el miércoles
20, hemos vuelto al teletrabajo de los tiempos duros del coronavirus (de marzo
a junio de 2020). Los maestros preparamos las actividades que, online o por videoconferencia,
hacemos llegar a las familias de los alumnos para que trabajen en casa y “no
pierdan” el ritmo escolar. Y así estamos, Ramón.
Lo primero, por supuesto, es salvar la
vida, por encima de cualquier planteamiento pedagógico o del tipo que sea. Sin
embargo, ¿qué quieres que te diga? Si ya cuesta que el personal aprenda de modo
presencial, teletrabajando es una quimera, dicho sea desde mi humilde opinión y
por lo que yo veo en el día a día.
Un número altísimo de alumnos, principalmente
los socialmente más desfavorecidos, en la práctica no hacen nada de nada. Estos
diez días de teletrabajo están siendo una ampliación de las vacaciones de Navidad:
diez días más para jugar con maquinitas horas y horas. Ojalá me equivoque, que
sería para mí una alegría enorme no acertar en esto que digo.
De políticos y asociados, mejor no
hablar. Por lo menos, cuando volvamos a clase, Trump y sus “allegados” habrán
abandonado la Casa Blanca, sede del emperador del mundo. Esa noticia es buena
por sí misma, aunque no tiremos cohetes por el relevo, Joe Biden, que tampoco
es un santo de almanaque. ¡Pues anda que no hay problemas graves en el mundo! Nuestras
vidas seguirán su curso, en gran medida al margen de los poderosos, guiadas por
el instinto de supervivencia, que es el único que nos ayuda en los momentos críticos.
Así, veo yo las cosas, Ramón. De
momento, no se me ocurre nada más que contarte.
Siempre tuyo:
Carlos
Cuadrado Gómez
Tranquilo, Carlos. La vida es sabia. La vida es fuerte. Da igual Trump que Biden que la madre que los parió a todos. Nos toca hacer lo que podamos. Y luego la vida o el karma o el que sea que haga el resto. Pero al final la vida es lo único importante, lo único que hay. Saludos Carlos
ResponderEliminarCreo que, desgraciadamente, las cosas son como las ves. Pero dicen que no hay mal que cien años dure. Dado que ese periodo me parece excesivamente largo, haré una enmienda a la totalidad y lo dejaré en cien días. Sé que es una afirmación demasiado optimista, pero ya tenemos bastante con la tozuda realidad como para no permitirnos soñar con una solución a más corto plazo. Y, en línea con lo que señala Gabriel, haremos lo que podamos y viviremos adaptándonos a las circunstancias de la mejor manera posible, pues es lo que tenemos.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo mío, y mucho ánimo.
De acuerdo con Gabriel y Ramón. Y para ti, estimadísimo amigo, un abrazo y mis ganas de un café. Pura vida.
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