CARTAS A RAMÓN
Décima carta
30 de junio de 2022
Querido
Ramón:
Con un pie en el estribo, a escasas
horas de salir unos días de vacaciones, tengo remordimientos si no te escribo
algo del curso escolar que acabamos de dejar atrás, aunque sean unas breves
notas a modo de resumen.
Ha sido un curso muy intenso, quizás más
que el anterior, cuando, después de la pandemia, hubo que hacer desdobles y
cursos mixtos para ajustar las ratios a las medidas anticovid. En
septiembre las ratios volvieron a su excesiva normalidad, con alegría y
sin complejos. Y con ellas las consecuencias de dos años anómalos, uno de ellos
prácticamente perdido: la enseñanza en línea con alumnos de Primaria fue un
fiasco que perjudicó principalmente a los alumnos en peor posición social. Ha sido
complicado volver a un ritmo constante y sereno de trabajo escolar, que es lo
que a la larga da resultado.
La falta de atención y de concentración
de los alumnos parece un mal generalizado: preguntes a quien preguntes del
gremio, coincide en que los alumnos tienen una atención dispersa. Hablaríamos de
un déficit de atención generacional ―siempre con honrosas excepciones, como
todo en la vida―, que en algunos casos, por sus características personales y
ambientales, deriva en una falta de atención patológica. No estoy diciendo que
los alumnos se porten mal, que desobedezcan o que sean indiferentes a las actividades
que les proponemos. Digo que no conseguimos que se concentren, que se conecten
mentalmente con el maestro y que, relajadamente, se produzca el aprendizaje. Sobre
este tema, volveré. Me preocupa.
Insisto en la inutilidad del modelo
academicista en los tiempos que corren. Volveremos a dedicar horas inútiles a
rehacer los proyectos curriculares y las programaciones didácticas para adaptarnos
a la nueva ley de educación, que no nos saca, como las anteriores, de un modelo
de cursos y notas, en el que los alumnos aprenden a aprobar, pero no aprenden
los fundamentos de la cultura. El cambio de nomenclatura pedagógica es sólo
palabrería estéril. Estamos demasiado cansados de estas reformas nominales. En fin,
que nadie se extrañe de que la realidad de las aulas vaya paralela al corpus
legal educativo, porque es imprescindible para sobrevivir y hacer un trabajo
medianamente digno.
No obstante, como hablamos cuando
tomamos un café, la responsabilidad de la calidad de la escuela está
principalmente en manos de los docentes. Tenemos mucha libertad para actuar. Si
la escuela no va bien, tenemos la mayor parte de la culpa nosotros. Eso es lo
que pienso, y creo que coincido contigo.
Vienen tiempos complicados por muchos
frentes. La escuela no es ajena a lo que pasa en el mundo, es más permeable de
lo que parece. Por ejemplo, las consecuencias de la cercana guerra de Ucrania,
a la que desgraciadamente no veo un final inmediato ni justo, se tienen que
notar en los meses venideros: refugiados que huyen del terror, restricciones
económicas, aumento del gasto militar y disminución del gasto social, la subida
de los precios y tantas otras. No sé cómo, pero seguro que nos afectará. Son tiempos
que atarse fuerte los cordones y trabajar duro, a pesar de los misiles reales o
metafóricos que caigan a nuestro alrededor.
En fin, comienzan las vacaciones, y el
descanso de un curso tan intenso y tan revuelto siempre sienta bien. Aprovecharemos,
cómo no, a leer sin prisas y con placidez. Comienzo mis lecturas de verano,
entre otros, con una biografía de Nebrija (estamos en el V centenario de su
muerte): La pasión de saber. Vida de Antonio de Nebrija, de Pedro Martín
Baños. Es seria y completa.
Estoy descubriendo con agrado a nuestro
actual director de la Real Academia: Santiago Muñoz Machado, un intelectual de
peso y brillante. Tengo sobre la mesa su último libro, Cervantes, una
biografía también seria y completa. Espero aclarar algunas dudas sobre nuestro
Miguel, al que parece que nunca conocemos bien ni del todo. He comenzado de
Muñoz Machado (los libros se cuelan en nuestra vida como les da la gana) Informe
sobre España. Repensar el Estado o destruirlo, que me está pareciendo
sumamente lúcido. A ver si me ayuda a comprender la realidad histórica, política
y social en la que vivimos. Ya te diré.
Y, sin ánimo de apabullar, termino
mencionando a Cristina Peri Rossi, nuestra reciente Premio Cervantes. Estoy leyendo
su poesía: en el segundo verso que leí, ya me cautivó. Maravillosa y genial. La
recomiendo, por supuesto.
Aunque sea verano, no se para el mundo.
Tenemos mucho que escribir y que comentar. Pasan como un suspiro, pero dos meses dan para bastante, así que seguiremos en la brecha.
Siempre tuyo:
Carlos
Cuadrado Gómez
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEspero que las vacaciones te permitan disfrutar de los tuyos y recargar pilas.
ResponderEliminar¡Feliz verano, Carlos!
Buenas vacaciones Carlos. Abrazos
ResponderEliminarFelices vacaciones. Esas epístolas te servirán de memoria en el futuro, cuando seas un ancianito sabio y adorable.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEn nuestro último encuentro ya comentamos algunos de los puntos de esta carta y coincidíamos en lo fundamental. Habrá tiempo para analizar todo con mayor profundidad.
ResponderEliminarEspero con mucho interés tu opinión sobre los dos libros que citas de Muñoz Machado; son muy prometedores.
Ahora únicamente me queda desearte que pases un estupendo y enriquecedor verano, pues el tiempo es un gran tesoro.
Gracias y un fuerte abrazo.