miércoles, 16 de agosto de 2023

NOTAS DE VERANO (2) ABN

 NOTAS DE VERANO (2)


ABN

    Hace dos años, en agosto de 2021, leí el libro Enriquecimiento de los aprendizajes matemáticos en Infantil y Primaria con el Método ABN, publicado por Ediciones Pirámide en 2019. El libro lo escriben Jaime Martínez Montero, que es el creador del Método ABN, y Concepción Sánchez Cortés, que es la maestra pionera en la aplicación de dicho método. En la contraportada del libro se indica que Martínez Montero fue inspector de educación durante 37 años, desde 1977 hasta 2014, año en que se jubiló; Sánchez Cortés en el curso 2005-2006 probó el método ABN en Infantil y en el curso 2005-2006 lo inició con alumnos de Primaria. Ambos trabajan en la editorial Anaya en el proyecto Matemáticas ABN: Martínez Montero lo dirige y Sánchez Cortés es coautora —supongo que de él— de todos los materiales que se editan.
   Este artículo quizás es más técnico que otros de este blog. Es el análisis de un método, el ABN, para el aprendizaje del cálculo en Educación Infantil y Educación Primaria. Los docentes, estén o no de acuerdo con mis opiniones, están familiarizados con el lenguaje didáctico y con los materiales que circulan por los circuitos educativos. No obstante, el artículo también está orientado al público que no es docente, pero que, por ejemplo, tiene hijos en edad escolar que trabajan con este método, o simplemente le interesa todo lo relacionado con el mundo de la educación.
   Este artículo debería haber visto la luz hace un par de veranos. El boceto ha estado en un cajón esperando hasta ahora. Nunca pretendo molestar ni crear polémica por el simple gusto de polemizar, por eso, me parecía que debía tomar distancia con el boceto y probar el método con mis propias manos antes de opinar sobre él. 
   Profesionalmente, trabajé con los libros de Anaya de este método ABN en el curso 2021-2022. Estas decisiones se toman antes de que acabe el curso anterior. Yo dije que “de acuerdo” sin haber estudiado a fondo la propuesta. Asumo el error. Fue en verano cuando me puse a estudiar el método acudiendo a la fuente más directa: el libro del autor. Sinceramente, me disgustaba a medida que iba leyendo, tomando notas y haciendo los ejercicios. Me consolé pensando que ya haríamos nosotros nuestro propia adaptación o sincretismo, como hacemos tantas veces, para favorecer el aprendizaje de los alumnos más allá de los libros de texto de turno. Ya tendríamos tiempo que replantearnos la decisión para cursos sucesivos.
   Comenzaré por mis primeras impresiones.
   Lo primero que me llamó la atención es la ausencia total de bibliografía de otros autores, justificada así en la introducción: «Hemos renunciado a realizar un listado amplio de libros y artículos, que en la mayoría de los casos no ayudan demasiado». En la didáctica de las matemáticas se viene trabajando y bastante bien desde hace mucho tiempo. Otra cosa es que en las aulas no se pongan en práctica de modo sistemático las didácticas que partieron de la Escuela Nueva y que se han ido mejorando con las aportaciones de otros autores. Lo mismo sucede con otras materias, como el aprendizaje de la gramática, de un segundo idioma o de las Ciencias Naturales. 
   Como digo, en un libro dirigido a profesionales que presenta un método supuestamente nuevo es imprescindible exponer la bibliografía que se ha estudiado. No se menciona a autores como Piaget, Vygotsky, Montessori, Cuisenaire, Dienes, Kamii y Fernández Bravo, entre otros. El método ABN parece surgido de la mente de su autor a partir de la nada.
   Martínez Montero contrapone el método ABN (=Abierto Basado en Números) frente al método CBC (=Cerrado Basado en Cifras, o “método tradicional”). Sin embargo, no se nos especifica en qué consiste el “método tradicional”, nos lo tenemos que imaginar. En cualquier caso, el método tradicional es malo per se y en todo, y, para salvar al niño de esa “caspa”, llega el método ABN. Lo que Martínez Montero nos pide encarecidamente es que tengamos “fe” en que esto del ABN funciona maravillosamente, como si estuviéramos hablando de dogmas religiosos. Por otro lado, las investigaciones que se presentan ad hoc, por supuesto siempre a favor del método, son trabajos de alumnos de máster. Pienso que es preferible menos fe y más rigor epistemológico, si no, mal vamos.
   Se insiste en que le hace falta al niño mucho “entrenamiento” para aprender con este método. El niño “entrenado” parece la alternativa al niño que “construye o reinventa las matemáticas" de Kamii. En el aprendizaje de las matemáticas es fundamental que el niño construya, que el niño piense. Las matemáticas no son un mero ejercicio o gimnasia mental. ¿Realmente qué son las matemáticas? Es la pregunta que se hacen tantos matemáticos y educadores sin conseguir dar una definición concisa, pero, desde luego, no son un pasatiempo o un modo de agilizar la mente a base de entrenamiento.
   En mi opinión, es excesiva la importancia que se da al cálculo mental, con unos algoritmos prolijos, que pueden ser válidos como iniciación de una unidad didáctica, pero que complican los itinerarios mentales sin necesidad y cuyo dominio es el punto final del proceso. Tengo la sensación de que este abuso del cálculo mental, que no deja de ser una gimnasia, no desarrolla el pensamiento creativo del alumno, preocupado en automatizar unos pasos algorítmicos, y que no favorece que el niño “construya” el número y desarrolle la lógica mediante la manipulación y la exploración de los algoritmos. Creo que el ABN “se lo da todo hecho” e impide esa construcción que permite comprender y expresar el mundo en que vivimos. Si tenemos calculadoras y hojas de cálculo, ¿es necesaria esa obsesión por el cálculo mental?
   Aunque pueda parecer un método manipulativo, no lo es “tanto”. Algunos ejemplos de problemas visuales me parecen mal planteados o equívocos. El niño prácticamente no manipula: la manipulación es un paso que hay que ventilar cuanto antes en este método. Y son tan farragosas las manipulaciones que “se piden” que no veo la autonomía del alumno por ningún lado: sin una guía muy estrecha del adulto, el niño difícilmente descubre “eso que queremos que descubra”.
   Además, me parece que con el ABN no se facilita una transición fluida entre unidades de orden menor y orden mayor del sistema decimal.
   Evidentemente, hay muchas estrategias para resolver una operación. Lo ideal sería que pudiéramos dejar que el niño investigara y construyera sus propias estrategias y algoritmos. ¡Dejarle pensar y descubrir! En mi opinión, por ejemplo, debería plantearse antes la división que la multiplicación, porque es una acción/operación más natural en la vida diaria del niño, que se pasa el día viendo y haciendo repartos de distintos tipos. 
   En definitiva, el ABN es un método tan artificial como lo es el método tradicional que se pretende superar.
   A pesar de lo expuesto hasta aquí, hay “cosas” que me han gustado, aunque no sean tan novedosas como el autor cree, que se pueden aprovechar o integrar en un planteamiento más constructivo de la didáctica de las matemáticas. Enumero algunas:
—Algunas técnicas de contaje.
—Cómo se trabaja con la recta numérica.
—Las tablas de sumar y restar, pero de un modo más sencillo.
—Los dobles y las mitades, de lo cual ya hablaba Kamii.
—Los complementarios de 10, 100 y 1000.
—Coincido con ellos en que el cartel numérico comience en 1 y acabe en 100, y que los números avancen de izquierda a derecha.
—La resta por comparación.
—La clasificación de tipos de división de cara a la resolución de problemas, si bien el algoritmo que se propone me parece desconectado del concepto y del proceso mismo de dividir.
   Retomo los inconvenientes que veo a este método.
   Por ejemplo, ¿qué hacemos cuando un alumno se bloquea con este método? Creo que para alumnos con problemas de discalculia el ABN dificulta todavía más las estrategias de mejora (apoyo y refuerzo escolar). Con este método me parece complicado trabajar con alumnos con necesidades educativas especiales. Intuyo que favorece la frustración de muchos alumnos con reticencias, por el motivo que sea, a las matemáticas. Tienes que ser un niño muy ágil para conectar con el método. Contemplo caras concretas cuando digo esto.
   No he visto un planteamiento adecuado en la estrategia de solución de problemas. Algunos ejemplos que se emplean me parecen trasnochados y demasiado artificiales. Por supuesto, no se habla nada de geometría, que es un componente capital e imprescindible de las matemáticas. Lo justifico porque, al fin y al cabo, el método ABN está dirigido al cálculo.
   Considero que, si se aplica el método ABN con el rigor que pide el autor, fácilmente se puede agobiar a un porcentaje alto de alumnos y a sus familias si pretenden ayudarlos, porque para entender el ABN hay que echarle mucho rato y estar muy fogueado en la enseñanza de las matemáticas.
   Con una clase de veinticinco alumnos, con cuatro o cinco niveles de rendimiento, el ABN puede ser una locura y una desesperación. Hay que ser un profesional muy hábil para ser eficaz y salir airoso del trance. Y que no nos vengan contando películas de cómo llevar una clase, y menos gente que ha pisado poco el aula. Perdón por este tono coloquial, pero a veces es el que se entiende bien.
   Los autores no nos confiesan ninguna dificultad a la hora de aplicar su método, todo les sale redondo; tampoco se menciona la clase social de los alumnos con los que “han probado” su método en las fases iniciales del proyecto. ¡Qué diferencia con Constance Kamii, que no tiene inconveniente en confesarnos sus fracasos y decepciones, su búsqueda, a veces angustiosa, de soluciones a los problemas que le salen al paso! El libro de Martínez Montero tiene un tono presuntuoso y sectario muy desagradable, al menos para mí.
   Podría seguir entrando en más detalles: mi libro está lleno de subrayados, anotaciones y comentarios en los márgenes. Pero me parece suficiente con lo dicho.
   Opino que el método ABN en su conjunto tiene un planteamiento equivocado de lo que son las matemáticas y su didáctica, y observo fallos epistemológicos suficientes como para desecharlo como método base de aprendizaje de las matemáticas en un centro escolar. Por mucho que diga el autor, me parece complicada la transición del mundo ABN al “mundo normal” de los alumnos formados con este método. 
   Los niños inteligentes aprenden con cualquier método y a pesar de los maestros. No creo que a Newton o a Emmy Noether los enseñaran en la escuela o en casa con unos métodos especiales y refinados. Por eso, hay que ser muy cautelosos con los estudios de resultados de estos métodos. Posiblemente, los niños del tipo Newton o Noether tendrán buenos resultados con el método ABN, con el método tradicional, con el constructivista ortodoxo o el constructivista heterodoxo.
   Pienso que el método ABN, a día de hoy, es una apuesta comercial de la editorial Anaya, que ofrece algo que parece novedoso y que puede hacer sentirse “especiales” a los que se suben a ese carro, pero intuyo que es una propuesta que pasará de moda en unos años, si es que no lo ha hecho ya.
   Concluyo con la siguiente preocupación, al margen del ABN. Con la didáctica de las matemáticas, igual que con otras áreas del saber, hay un debate candente por la llegada masiva a nuestras vidas de las tecnologías cibernéticas (las TIC). Se han impuesto en nuestro mundo: es un hecho incontestable que nos han invadido para quedarse. ¿Cómo encajamos las TIC en nuestros currículos, en nuestras didácticas? El debate no se puede soslayar ni demorar, querámoslo o no. Y lo peor que podemos hacer es mirar para otro lado.
Carlos Cuadrado Gómez

2 comentarios:

  1. Desde mi experiencia de maestro jubilado, trabajando las matemáticas con amor y con pasión, siguiendo y procurando conocer a varios de los autores que citas, especialmente a Piaget y a Kamii, comparto tu artículo íntegramente. Si algo nos enseñan Piaget y Kamii es que las matemáticas las debe construir el niño. Cada niño debe reinventar el constructo de las matemáticas en su mente. Es un proceso lento y a distintas velocidades, dependiendo del niño. Exige paciencia y que el maestro sepa leer la mente del niño para saber en que punto está además de proporcionarle los materiales adecuados .
    Conozco, confieso que no en profundidad, el método ABN, me parece farragoso y por más que se empeñen en pretender desarrollar estrategias de cálculo mental, acaba siendo un recetario, y por más que se empeñe el método en dirigir el aprendizaje de las matemáticas de una determinada manera, siempre falta la estrategia "buena", que es la que cada niño es capaz de desarrollar y crecer así en su autonomía intelectual.
    No me extiendo más aunque da para mucho.
    Enhorabuena Carlos. Espero que este artículo lo lean muchos maestros.

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  2. Hola, Carlos.
    Desconozco por completo el Método ABN; es más, no voy a dedicar ni un segundo a conocerlo, que bastante tengo con lo mío. Por eso, como te conozco hace muchos años y contando con el previo aval de José Manuel -que en esto de la didáctica de las Matemáticas no es manco precisamente-, me permito suscribir todo lo que dices. Me parece que tus argumentos están bien fundamentados y responden a lo que, desde mi punto de vista, debe ser un planteamiento integral de la enseñanza matemática en los primeros e importantísimos niveles del aprendizaje del niño.
    Tampoco es cuestión baladí lo que señalas sobre las TIC en la parte final de tu artículo. Confiemos en que se abra pronto ese debate tan necesario, porque estamos ante un cambio trascendental en muchos aspectos de nuestra vida.
    Me uno al deseo de José Manuel de que este artículo lo lean muchos maestros. Un abrazo.

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